Ambos gozábamos de la hermosa vista del lago y los cisnes que acompañaban éste. Jungkook tomaba mi mano de vez en cuando para darle pequeñas caricias y susurrar cosas tiernas, era perfecto.
─ ¿quieres comer ahora, cariño? ─preguntó mirándome atentamente a lo que solo asentí haciéndole saber que también tenía hambre─
La manta ha cuadros quedó casi completamente llena de comida y dulces demasiado exquisitos; hechos por el gran Kim SeokJin, quien se ofreció a cocinar para nosotros.
Con cuidado tomé una de las copas que reposaban sobre la canasta y saqué el plástico del pastel para luego sacar un poco con la misma copa. Jungkook rió al ver como fallé al intentar sacarla.
─ Eres demasiado tierna.
Inconscientemente un puchero se formó en mis labios y mi nariz se arrugó de igual forma: ─ No soy tierna, Jung.
─ Eso es exactamente lo que diría alguien tierno, mi vida.