Sin tan solo detenerse a preguntar si estaba de acuerdo o no, me tomó por el brazo arrastrándome junto a ella, en medio de las pocas personas que quedaban fuera. En silencio, con mucha precaución y cautela nos escabullimos por el prado que rodeaba el edificio detrás de unos arbustos. Eran lo suficientemente altos como para cubrirnos, así que nos fuimos por ese lado hasta llegar al camino principal que se dividía en tres, es decir por donde anteriormente había pasado.
No salimos de ahí hasta asegurarnos de que no hubiese alguien que nos atrapara. Pasados unos minutos, abandonamos los arbustos y nos encaminamos por el sendero de la izquierda. Curiosamente se conectaba con otra entrada para el auditorio, solo que por hoy estaba cerrada. Pasamos por la entrada de la puerta cerrada y tuvimos que escondernos en el prado contiguo, detrás de unas plantas, porque alguien venía. De lo poco que había visto de los alrededores, la mayoría de edificios estaban rodeados de zona verde y en medio de esas zonas estaban los caminos para llegar a cualquier lugar.
Cuando ya no vimos a nadie, ahí empezó lo interesante. Wendy me agarró del brazo y echamos a correr como si nuestras vidas dependieran de ello. Nos adentramos por la entrada lateral del edificio de bachillerato, donde por poco nos atrapa un profesor. Avanzamos derecho, y nos percatamos de que la puerta de la entrada principal que daba a la parte trasera del auditorio estaba abierta, así que con extrema precaución, pasamos frente a esa puerta y seguimos por el pasillo hasta salir por la otra puerta lateral.
Ya fuera, todo estaba en silencio, tomamos el sendero de la derecha, cruzamos a la izquierda, subimos un poco más, no sin antes revisar que la otra entrada lateral del auditorio estuviera cerrada, porque desde nuestra posición se veía. Pasamos frente a lo que lucía como un pequeño estadio con pista de atletismo y demás, también pasamos por otro edificio con pinta de gimnasio hasta llegar a la parte trasera de los vestidores, que quedaban en frente del gimnasio.
— ¡¿Estás loca?!—grité como pude, intentando tomar aire para poder volver a la vida. Andamos todo el camino corriendo como alma que lleva el diablo evitando que alguien se diera cuenta de nuestra fuga, que apenas y tenía aire—. Por poco...¡y nos atrapan!
—Deja de lloriquear... Nadie nos vio y es lo que importa—respondió ella, sentándose en el suelo mientras se limpiaba el sudor del rostro—. Siéntate.
Respiré hondo y me senté junto a ella. Aún estábamos algo agitadas tras aquella maratón por medio colegio. Nos quedamos en silencio durante algunos minutos para recobrar la calma y poder hablar.
—¿Siquiera esto está permitido?
—Por hoy, claro que sí. Todos van a estar ocupados con la aburrida charla de la hermana Clara, que no notaran nuestra ausencia.
—Esto está mal—solté—. Podemos meternos en problemas si alguien nos encuentra aquí.
—Tonterías. Te lo garantizo, nadie va a saber que dos de sus estudiantes faltan—respondió sin darle mucha importancia—. Por hoy, todo es posible.
—De seguro ya te has saltado esta clase de cosas muchas veces.
—No voy a negarlo, sí lo he hecho. Este año cumpliré cuatro años de estudiar aquí y la única vez que fui a la ceremonia de bienvenida fue en mi primer año.
—No me sorprende, la verdad—dije recogiéndome el cabello con una banda para el cabello que llevaba en mi muñeca derecha—. Tu sentido de la responsabilidad a veces apesta.
—No es mi "sentido de la responsabilidad" el que falla. Si estuvieras allí, me entenderías.
—Te entendería, pero resulta que me estoy saltando mi única ceremonia de bienvenida, una lástima—ironicé.
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Pure Love [En proceso]
Teen FictionVictoria solo iba para hacer las compras. No pensó conocer a Leonardo. Mucho menos esperó volverlo a ver después de aquel incidente de la caja registradora. Tampoco creyó que podría enamorarse de él en tan poco tiempo. Y mucho menos imaginó que desp...