Capítulo 19

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¡¿Qué?!

—¡Cuánto tiempo! —exclamó sacudiendo su mano—. No sabes lo que llevo esperando a que llegaras—se acercó a mí con una sonrisa en el rostro; iba a abrazarme, pero se detuvo—¿Qué es eso?—le dio una mirada a mi hombro—¿Popó de pájaro? Qué asco—hizo una mueca de disgusto—. ¿Qué te pasó?

—¿Qué haces aquí?—fue lo primero que dije.

—¿Cómo que "qué hago aquí"? Voy a vivir con ustedes—respondió—. ¿Acaso se te olvidó?

—No, no...pero, ¿eso no era la próxima semana?—pregunté confundida—¿Y por qué estás aquí...antes?

—Cambio de planes.

—¿Ja? ¿Cómo que cambio de planes?

—Sucede que, debido a unos cuantos asuntos laborales, tuve que adelantar mi mudanza—explicó—. Pero no entiendo por qué te sorprendes tanto, si hace unos días le escribí a mi tía para avisarle. ¿No te lo dijo?

¿Que qué? ¿Y yo por qué no sabía?

—Pues fíjate que no. A tu tía se le pasó avisarme—solté.

—Seguro se le olvidó; es una mujer muy ocupada. Así que...¡Sorpresa!—exclamó con entusiasmo; lo miré seria—. Ya, ya. Quita esa cara de tragedia. Tampoco es para hacer tanto drama—me dio un golpecito en la frente

—No es una cara de tragedia. Es mi cara de "mi primo molesto llegó antes de lo esperado"—respondí.

—Vaya, se te nota el amor por los poros—espetó—. ¿Acaso te incomoda mi presencia? Porque eso me ofende de muchas maneras, primita.

—No seas bobo—dije—. Solo no puedo creer que no me avisara. Esos detalles son importantes mencionarlos, ¿sabes?

—Relájate—rio—. Si sigues frunciendo el ceño, vas a terminar tan arrugada como una ancianita—me dio otro golpecito en la frente.

—Gracias...

Confundida aún por todo lo que estaba pasando en aquel momento, avancé hasta la puerta principal para entrar. El frente de la casa no era un lugar prudente para quedarse a charlar.

—Entremos.

Buscó su enorme valija y la arrastró hasta la entrada con su maleta de mano colgada en uno de sus hombros. De verdad que esa valija tenía el tamaño perfecto para cargar un cuerpo, y no un pequeño; era espeluznante pensar en ello. Saqué las llaves que guardaba dentro de mi bolso y quité el seguro de la puerta. Lo siguiente que ocurrió fue una eventualidad que podría catalogarse como cómica, pero también desastrosa. Dependía de la perspectiva de quién lo viera.

Tras abrir la puerta, mi primo fue recibido con la cálida bienvenida que yo no le pude dar. Zeus, apareció al instante que la puerta estuvo abierta, y se lanzó a él. No para que mi primo lo consintiera, sino para él poder morderlo. Al parecer con solo verlo, a Zeus le cayó mal, de manera que solo quiso atacar. No sé qué pasaba por la mente de Zeus, pero verlo fue sinónimo de "enemigo". Y claro, como mi primo no se ayuda, empezó a gritar como un loco y correr por todos lados , de moco que  alteró a Zeus. De seguro creyó que el hombre era una amenaza.

Fue graciosísimo ver a mi queridísimo perrito perseguir a mi primo, hasta que tuve que intervenir y encerrar a Zeus en la cocina, para que el joven señor dejara de correr por el frente de la casa y de paso, para que por fin entráramos. En cuanto estuvimos en el interior de mi dulce hogar, él descargó su maleta en la sala y se sentó en uno de los sillones; estaba agotado. Zeus lo hizo correr...y bastante.

—¿Quiere nuestro corredor estrella tomar algo?

—Un vaso de agua, si no es mucha molestia—dijo—. Ah, y si no te importa, que calles a ese animal salvaje, porque con sus ladridos me va a dejar sordo.

Pure Love [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora