Así es, señores: hubo un bendito apagón, que estoy segura Leonardo atrajo. Porque ni bien pronunció sus palabras, se fue la luz, dejándonos completamente a oscuras. De por sí, gracias a la lluvia, el cielo estaba terriblemente opaco, y las luces del exterior alumbraban más bien poco. A eso sumémosle que ya estábamos en el final de la tarde (casi que de noche), por lo que la luz natural era casi que inexistente. No había manera de que entrara luz por la diminuta ventana de la habitación del piano...a menos de que otro rayo hiciera su aparición estelar.
Y ni manera de alumbrar con algún teléfono, porque el mío estaba guardadito en mi bolso, mientras que el suyo se había quedado sobre la mesa de centro. Qué conveniente.
—¿Por qué siento que esto es tu culpa?
—¿Sugieres que yo fui el que causó el apagón?
—Pues...no fui yo la que dijo «Sería más espelúznate si se fuera la luz».
—¿Si quiera tengo poderes mágicos para controlar la electricidad?
—Pues lo averiguaremos.
No pude ver la expresión de Leonardo, pero les aseguro que fue de confusión. Su silencio me dijo todo.
—Deberías decir algo como...«Sería bueno que regresara la electricidad»—fu mi sugerencia—. De seguro regresa de inmediato.
—Claro, porque como yo tengo el poder de controlar el flujo eléctrico y demás—respondió divertido.
—Mira, solo hazlo—insistí—. Capaz y funciona.
—Como tú digas—fue su contestación, para proseguir a pronunciar con desgano lo que le indiqué—. Sería bueno que regresara la electricidad.
—Le falta sentimiento. Dilo de nuevo.
Esta vez, con un tono menos monótono repitió la frase, y en un instante, la habitación se iluminó...claro que por la culpa de un rayo. Fue lo suficientemente brillante para alumbrar el lugar, y resultó ser lo suficientemente potente como para traer consigo un trueno ensordecedor. Tras oír aquel sonido tenebroso, sin darme cuenta terminé aferrada al brazo de hombre junto a mí. Eso sí que me asustó.
—Esa no era la electricidad que esperaba.
—No siempre obtenemos lo que queremos.
Una suave risilla salió de mí. El tiempo que duró aquel apagón (que fue corto), permanecimos en el cuarto del piano. Salir de la habitación era inoficioso, cambiarnos de lugar no haría la diferencia, y con la ausencia de luz en el lugar, en lo que a mí respectaba, ir a tientas en medio de la oscuridad era una mala idea. Capaz alguno de los dos se caía, y yo veía muy probable ser la elegida.
Al cabo de unos cuantos minutos en tinieblas, podría calcular que fueron aproximadamente diez, la luz regresó. Algo bueno, pues aunque no me disgustaba estar abrazada a Leonardo, no poder ver absolutamente nada era realmente frustrante; aún si en condiciones normales veía las objetos y personas a medias. Porque recordemos que Victoria era más miopía que persona.
Aunque la luz regresó, la cuasi tormenta en la que la ciudad llevaba sumida por algún tiempo no paró...al menos, no después de un tiempo. Gracias a ella, la temperatura, que de por sí ya venía en descenso, continuó cayendo en picada hasta que estuvo por los suelos. Fue un cambio de temperatura progresivo, pero fuerte. Tan así que, para el final de mi visita, estaba enfundada en una de las chaquetas de Leonardo, porque mi persona estuvo a nada de transformarse en un tímpano de hielo.
Decir que tenía frío sería poco, yo estaba congelándome, porque como ya se habrán dado cuenta, soy una persona friolenta; bastante, si me permiten ser sincera. Lo peor del asunto es que por aquel sábado llevaba ropa abrigadita: pantalón, botas, y un suéter. ¡Un suéter grueso! Y aun así me moría del frío. Aunque para ser justos, el frío que envolvió el comienzo de la noche fue absurdo.
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Pure Love [En proceso]
Teen FictionVictoria solo iba para hacer las compras. No pensó conocer a Leonardo. Mucho menos esperó volverlo a ver después de aquel incidente de la caja registradora. Tampoco creyó que podría enamorarse de él en tan poco tiempo. Y mucho menos imaginó que desp...