Al principio, creí que Wendy solo estaba jugando y meramente se defendía de mis comentarios, que claramente eran una broma. Pero me llevé la sorpresa de que realmente había planeado un sinfín de cosas para hacer, y no exagero; todo el tiempo estuvimos ocupadas en algo. Desde dar un paseo por su vecindario (que, por cierto, era muy tranquilo), comer helado, jugar al Just Dance, hacernos mascarillas, ir al centro comercial más cercano de su casa, hasta echarnos a ver películas en su cama porque ya estábamos agotadas. Solo paramos para almorzar, que como estábamos solas (con Koko), porque Mateo volvió a irse por un rato, pedimos a domicilio.
—¿No te parece que esta película está...ABURRIDÍSIMA?
—Totalmente de acuerdo, cámbiala.
—Estaba esperando que lo dijeras.
Detuvo la película en cuestión. Terrible elección.
—¿Qué quieres ver?
—No sé...pero se me antoja una de Disney.
—Me gusta lo que dices. Continúa.
—Sí, una película de una mujer china...
—Que se enlista en la guerra...
—¡Y salva a China! —exclamamos las dos.
—Voy a buscarla. Sé que Mulán está en el primer piso. No me tardo.
Saltó de la cama para salir de su habitación. No tardó en llegar acompañada de su samoyedo. El animal de un solo brinco, estuvo sobre la cama y se acostó en la parte de abajo. Ya nos llevábamos bien, por lo que dejó de querer darme lengüetazos cada vez que me veía.
—Ahorita nuestras palomitas a domicilio llegan—dije mientras colocaba el CD en su lugar—. Le pedí a Mateo que fuera un buen hermano y colaborara con la causa. En cuanto se desocupe las trae.
—Vale.
Se acomodó a mi lado y le dio play a la película. Mulán era nuestra película favorita de todos los tiempos; la amábamos. Cuando solíamos vivir cerca, si no estábamos jugando o estudiando, estábamos, ya fuera en su casa o en la mía, viendo Mulán. Nunca nos cansábamos de verla y de cantar a todo pulmón "Hombres de Acción". Éramos tan felices en aquellos tiempos, que a veces deseaba regresar el tiempo. No porque en la actualidad fuera una persona infeliz; para nada, yo era feliz. Sino porque eran bellas memorias que recordaba con mucho amor.
Luego de veinte minutos de película, escuchamos un par de golpes en la puerta.
—¿Alguien pidió palomitas?
Wendy detuvo la película.
—Ya era hora, hermanito. Te tardaste demasiado—extendió sus manos para que le diera el bol de palomitas, pero él pasó de ella y en cambio me lo entregó a mí.
—Ten, Victoria, espero que te gusten—recibí uno de los cuencos que traía consigo.
—Gracias—sonreí.
—¿Y para mí?—preguntó Wendy.
—Solo las personas amables como Vic merecen palomitas—respondió—. Las malas hermanas no entran en este grupo. Así que no le vayas a compartir ni una a esa grosera—señaló a su hermana menor.
—¿Grosera? ¿Ahora por qué sufres?
—A ver te refresco la memoria...hace tan solo menos de veinte minutos me aventaste un puñetazo, por si se te olvidó.
—Ah, fue un golpecito amistoso, nada más—se excusó—. Además, fue tu culpa. Te he dicho cincuenta mil veces que dejes de tocarme la nariz, me la vas a deformar.
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Pure Love [En proceso]
Teen FictionVictoria solo iba para hacer las compras. No pensó conocer a Leonardo. Mucho menos esperó volverlo a ver después de aquel incidente de la caja registradora. Tampoco creyó que podría enamorarse de él en tan poco tiempo. Y mucho menos imaginó que desp...