Aquel pequeño receso de una semana trajo consigo infinidad de eventualidades, emociones y descubrimientos de todo tipo. Pero principalmente, se esfumó de un momento a otro. Los días transcurrieron tan rápido, que con un abrir y cerrar de ojos pasé de estar subiendo una montaña junto con el grupo caótico que tenía por amigos, a estar despidiéndome de Dalia y de Samuel.
Supongo que estar ocupada la mayor parte del tiempo jugueteando por ahí con los chicos hizo que mi percepción del tiempo fuera diferente a lo habitual y me pareció que la semana se acabó en un parpadeo. De verdad, todo ocurrió tan de prisa que ni siquiera tuve tiempo para detenerme y pensar sobre lo que estaba ocurriendo o lo que sucedería después.
Fue solo hasta la partida de Samuel cuando por primera vez desde que comenzó el receso que fui consciente de los hechos. Este percate tuvo lugar el domingo en la tarde, justo después de una despedida dramática entre mi pegote y yo; un suceso remarcable, pues recuerdo a Samuel cantando «No llores por mí, Argentina» y luciendo cual María Magdalena antes de saber que Jesús estaba más que vivo, mientras yo le respondía «¿Quién va a extrañar a un sujeto tan molesto?», y estaba igual o peor que él.
Como dije, fue una despedida dramática, a raíz de la cual me di cuenta de dos realidades que había ignorado por completo. Primero, ya quedaban menos de doce horas para que se acabara mi semana de descanso (que de descanso realmente tuvo nada), y aún me faltaba terminar el proyecto de arte. Todo gracias a que se me olvidó que tenía una pila de deberes por hacer, y se me hizo fácil empezarlos a tan solo dos días de que se acabara la semana. Y segundo, vería a Samuel o Dalia durante mucho...MUCHO tiempo.
Estar con ellos me ayudó a recordar cuánto los extrañaba y me hacía querer volver el tiempo atrás cuando todos estábamos juntos y no nos separaban distancias kilométricas. Fue un golpe bastante duro, no voy a mentirles, pues aparte de lo abrupto que resultó, estar únicamente acompañada por un Zeus que me ignoraba y los fantasmas de la casa lo hizo peor.
Aquella tarde me sentí más sola que nunca. Después de todo había pasado de estar rodeada de personas y tener a mi pegote casi que las veinticuatro horas, a estar prácticamente sola. Zeus me abandonó a la primera que tuvo chance, ya que prefirió irse a dormir en cualquier lugar de la casa a estar cerca de mí, y mis padres (como era de esperarse), no estaban. Peor escenario no pude elegir para sumirme en la tristeza y tener una crisis existencial.
Sin embargo, pese a la dolorosa bofetada que me regaló la vida, logré salir de mi burbuja solitaria en poco tiempo, ya que hubo algo más grande que mi drama interno: terminar el proyecto de arte. Como mencioné con anterior, faltaba menos de medio día para retomar las clases y mi proyecto de arte estaba incompleto. Así que luego de mi pequeña crisis por soledad, me encerré en mi habitación a terminar aquel trabajo pendiente, tener otra crisis porque me faltaba bastante por hacer, y de paso, maldecir un par de veces por posponer mis deberes hasta el último momento.
—Es que más idiota no puedo ser—farfullé molesta mientras daba brochazos al trabajo y de fondo sonaba Break Free de Ariana Grande.
Y así fue como culminaron aquellas minivacaciones: con soledad, estrés, crisis de todo tipo, materiales de arte, llanto, arrepentimientos, y música para ambientar. ¿Sufrí esas últimas horas? Sí. ¿Hice un desastre como siempre que pintaba? Sí. ¿Quise darme de baja? También. Pero, ey, terminé con mis deberes prorrogados antes del lunes y el proyecto quedó FA-BU-LO-SO; la profesora quedó fascinada con mi trabajo. Yo a eso le llamaba ganar.
Después de un desenlace caótico que me garantizó unas ojeras enormes, ardor en los ojos, ganas de lanzarme por la ventana y una obra de arte que obtuvo cien de cien, el último periodo del ciclo escolar vino. Este evento (al que generalmente nadie le daría importancia), resultó siendo una auténtica locura desde el que es distintivo timbre de la institución resonó por el lugar el lunes a las siete en punto de la mañana.
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Pure Love [En proceso]
Teen FictionVictoria solo iba para hacer las compras. No pensó conocer a Leonardo. Mucho menos esperó volverlo a ver después de aquel incidente de la caja registradora. Tampoco creyó que podría enamorarse de él en tan poco tiempo. Y mucho menos imaginó que desp...