Después de esa montaña rusa en la que di más de mil vueltas durante los últimos días, y me mareé unas ochenta mil veces, finalmente logré tener algo de paz en mi vida. No puedo decir que estaba plenamente tranquila como para relajarme y olvidarme de todo lo que me rodeaba. Pero al menos, unas de mis preocupaciones más grandes ya se habían ido, lo que me quitaba varios pesos de encima, y para mí eso ya era ganancia; una que me ayudaba a lidiar con el resto de "situaciones" que quedaban pendientes.
Entre los asuntos primordiales por los que mi cerebro cambió su enfoque y en lo que centraba mi atención se reducían a tres: aprobar todas las asignaturas, graduarme de una vez por todas, y ser admitida en la universidad. Esta última era la que más me generaba tensión, pues de ello dependía básicamente mi futuro. Nada más. Y aunque ese proceso de aprobar el año escolar me estaba consumiendo lentamente, sí que era cierto que tenía más confianza en aprobar que con lo de la universidad.
Mi más grande problema referente a la universidad era mi indecisión para escoger un programa académico. Porque sí, a tan solo menos de dos meses de graduarme todavía dudaba por cuál carrera inclinarme. Y esta vez me estaba costando más que nunca. Cuando cursé el último año en mi ciudad natal, sí que me costó un poco pensar opciones para estudiar, sin embargo, antes de darme cuenta ya había llegado a una resolución: psicología.
Por ese entonces, la psicología había llamado mi atención ya que después de haber recibido apoyo y haber estado en terapia, ver cómo con ayuda de mi psicóloga logré salir adelante, algo en mí me hizo querer ser psicóloga. Además, tras indagar bastante, leer unos cuantos planes de estudios y ver los campus de algunas universidades ya había quedado flechada por psicología.
Sin embargo, para mi yo de casi dos años después era una opción que me ponía a dudar bastante. Aún admiraba el trabajo de los psicólogos; incluso más después de todo lo que viví después del accidente, y cómo mi segunda psicóloga fue parte clave para mi recuperación. No obstante, ya no me sentía tan segura de si esa era mi verdadera vocación. O peor aún, ni siquiera sabía qué quería más allá de acabar la educación media.
Supongo que me había enfrascado tanto en terminar el año escolar con buenas notas, que me olvidé por completo de que la vida no acababa ahí y debía escoger qué hacer con mi vida después de la graduación. Bueno, realmente no me había olvidado de ello; solo estuve evadiendo el tema tanto como me fue posible porque era un tema que me aterraba demasiado: qué elegir, y cómo saber si mi elección era la correcta.
De ahí a que a pocas semanas de terminar el colegio estuviera escuchando una vez más un discurso sobre la importancia de elegir con sabiduría una carrera pues de ello dependía mi futuro, y yo ni tenía la más remota idea de qué iba a hacer.
—Es crucial que para este punto ya estén aplicando para alguna universidad pues las inscripciones terminarán dentro de poco—mencionó el coordinador académico—. De lo contrario, si esperan hasta el final, puede que pierdan la oportunidad de ingresar a alguna buena universidad. Por lo que les aconsejo que quienes no se deciden aún, agilicen el proceso o habrá problemas—esto último sonó a advertencia.
Entre el pequeño público de menos de 60 personas, se logró escuchar el cuchicheo de algunas personas. Había diversas opiniones sobre las palabras que estábamos escuchando. Algunas estudiantes sonaban preocupadas, otras tenían confianza en sí mismas, y a otras ese discurso parecía importarles menos. Y luego estaba yo, quien tenía la cabeza hecha una maraña por todo ese asunto de entrar a la universidad.
El hombre calvo, a quien casi nadie dentro del auditorio le caía bien, siguió con su discurso sobre las ventajas de comenzar un pregrado. De esta intervención recuerdo más bien poco, pues gracias a su retahíla terminé divagando en la inmensidad de mis pensamientos. La mayor parte de su charla "orientativa" y para nada pedida, estuve dándole vueltas a mi nuevo pensamiento latente de esos días: qué estudiar.
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Pure Love [En proceso]
Novela JuvenilVictoria solo iba para hacer las compras. No pensó conocer a Leonardo. Mucho menos esperó volverlo a ver después de aquel incidente de la caja registradora. Tampoco creyó que podría enamorarse de él en tan poco tiempo. Y mucho menos imaginó que desp...