Ese sábado fue sin lugar a duda, una auténtica montaña rusa, pues sucedieron cosas que de ninguna manera habría previsto para ese día. Vamos, con lo poco que me gustaba tocar el tema sobre mi vida antes de mudarme y el accidente. Me sorprendía bastante haber hablado de ello con alguien más que no fueran mis padres o Wendy. Supongo que para este punto confiaba lo suficiente en Leonardo como para hablar de algo tan complicado y abrumador.
Y no me arrepentida de haberle dicho todo lo sucedido, después de todo supo manejar la situación mejor de lo que yo podría haberlo hecho. Yo en su lugar habría entrado en pánico y habría respondido con un «Qué triste». Porque consolar a las personas no era una de las cosas que mejor me salían; lo encontraba complicado.
Sin embargo, su manera de tratar la situación no pudo ser mejor, ya que en lugar de soltar comentarios lastimeros o juzgar la situación como si la hubiera vivido, fue prudente y comprensivo. Punto positivo para Pedro Armando; ya estaba un paso más cerca de ganarse mi corazón. ¿A quién engaño? Para ese momento ya era más que suyo. Ese hombre me traía mal, que incluso por su culpa ya hasta suspiraba.
Pero ¿cómo no? Si era sencillamente encantador. Y no solo por lo condenadamente atractivo que era; si decidía dejar de lado la enseñanza y unirse al mundo del modelaje, él triunfaría. Eso sí que se los aseguro. Lo que más me fascinaba era su forma de ser: una persona amable, comprensiva, divertida, cariñosa, y honesta. Resistirme a sus encantos sería casi que imposible.
Aunque claro, como cualquier ser humano, el Leonardo DiCaprio falso tenía sus defectos. Y estos eran más notorios cuando estaba en su papel de maestro. Uno de ellos era elaborar exámenes quema neuronas. Uh, sus exámenes eran un asunto serio, porque sencillitos no eran. Para mí que ver cómo los cerebros de sus estudiantes trabajaran más de la cuenta hasta fundirse le divertía. Ah, y también ser cuadriculado a morir, porque no perdonaba ninguna. Como aquella vez en que llegué un minuto tarde y no me dejó entrar.
Esta historia se remonta a la semana posterior a mi expedición hacia su departamento. Los primeros días de la semana fueron tranquilos como solían serlo, nada fuera de lo normal. Sin embargo, el viernes fue una cosa de locos desde muy temprano, ya que Zeus decidió hacer de las suyas. Y no cosillas como robarse un par de calcetines, o dañar pantuflas, su travesura casi termina en tragedia, pues adivinen qué: se fugó. Tal como leyeron ¡Zeus se escapó! ¿Por qué? No sé, pero de que se fugó, lo hizo. Y por su culpa, en mi casa pasamos la peor hora de la vida. De verdad, que fue una cosa horrorosa.
Ese viernes en la mañana, como todos los días, mi madre salió a echarle un vistazo a las flores de la entrada, en compañía de Zeus. Generalmente, cuando ella salía a contemplar el jardín de la entrada, Zeus se le unía, pero nunca se iba de su lado. Se echaba en la entrada como el buen perro que era, y esperaba a que mi madre lo llamara para regresar al interior.
Sin embargo, esa vez fue la excepción y se reveló. En cuanto la señora Montenegro abrió la puerta para salir, Zeus aprovechó la coyuntura, salió de casa, echó a correr y se fue. Mi mamá intentó atrapar al perro por su cuenta, pero fue en vano; el canino fue más rápido y desapareció, lo que provocó un alboroto en casa a eso de las cinco de la mañana.
A grito entero, mi mamá hizo que tanto mi padre como yo nos levantáramos porque Zeus había huido. Al principio yo no le creí; estaba dormidísima. No obstante, al oír a la histérica de mi madre entrar a mi habitación casi llorando, me levanté de golpe, y como pude me calcé con lo primero que se atravesó en mi camino para ir a buscar al fugitivo. Ni siquiera me cambié, salí con mi piyama de patitos rockeros y unas pantuflas.
Zeus nos hizo pasar un susto de muerte, incluso mi padre (quien a duras penas soportaba al animalillo), se preocupó. Pero más mi madre; casi tiene un micro colapso por culpa de Zeus. Yo estaba espantada de solo pensar que algo le podría suceder a mi querido angelito, pero mi querida madre me ganaba en preocupación. Parecía que acabara de perder a uno de sus hijos. Pobrecilla.
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Pure Love [En proceso]
Teen FictionVictoria solo iba para hacer las compras. No pensó conocer a Leonardo. Mucho menos esperó volverlo a ver después de aquel incidente de la caja registradora. Tampoco creyó que podría enamorarse de él en tan poco tiempo. Y mucho menos imaginó que desp...