Capítulo 13

10 4 0
                                    

El viernes, fue un día bastante largo, o por lo menos así lo sentí yo. No sé si fue por el clima tan molesto que hubo durante la mitad de la jornada en adelante; bastante caluroso. O porque la noche anterior tuve un ataque de insomnio tan severo que estuve en vela hasta casi las cuatro de la mañana. O quizás, porque simplemente el día estuvo bastante aburrido. Total, desde la primera hora de clases ya estaba deseando salir de allí.

Escuchar a Leonardo dar por terminada la clase de matemáticas fue la cosa más bella que mis odios pudieron oír; aunque honestamente fue lo único a lo que sí le presté atención, porque mi cabeza estuvo en otro plano astral. Cuando el timbre indicó el final de la jornada, sentí que volvía a respirar. Guardé mis cosas tan rápido como pude en mi bolso y salí del salón lo antes posible para esperar a las chicas en el pasillo.

Mientras esperaba fuera, revisé mi teléfono. Tenía un par de mensajes en WhatsApp del grupo familiar; las típicas cadenas de oración y una que otra foto de Piolín. Luego abrí el chat del grupo que teníamos con algunos de mis amigos del colegio anterior en el que solo vi memes y una que otra foto de ellos. Por último, revisé los mensajes del grupo que teníamos con todos mis primos.

Aunque estuviéramos en el grupo familiar (en el que estaba toda mi familia materna), teníamos ese grupo aparte donde compartíamos información "importante", en otras palabras, chismes. Por supuesto, en este grupo no estaban todos los primos. Principalmente porque algunos de ellos no sabían de la confidencialidad y terminaban contando todo a sus mamás. Pero también, porque los primos mayores eran muy tacaños con la información, y los chiquitos ni tenían teléfono.

En total solo estábamos en el grupo siete de los quince primos, porque sí, éramos un montón. Pero como no, si mis abuelos tuvieron cinco hijos, y cada uno tuvo en promedio cuatro hijos. De hecho, la única sin hermanos era yo. En cambio, mi familia paterna era un cuento aparte. Los niños no abundaban en la familia; solo tenía tres primos, y uno eran tan chiquitos. 

Revisé los mensajes y la buena nueva me dejó sorprendida: una de mis primas mayores se regresaba del extranjero porque venía a casarse con su novio millonario alemán. Pero si para mí era una noticia sorpresiva, mis primas (es decir, sus hermanas), aún seguían en shock. No las juzgo, mi prima se fue sin avisarle a nadie, y cuando dice regresar, viene con prometido y todo.

Después de esperar un par de minutos a las demoradas de mis amigas, vi a Sofía y a Wendy salir.

—¿Y qué tanto hacían en el salón? —pregunté.

—Recogiendo nuestras cosas y tu desorden—contestó Wendy.

—¿Cuál desorden?—interrogué.

—Esto—me lanzó el abrigo del uniforme.

—Ah, caray. Ni me acordaba de él—dije—. Gracias, Wen.

Enseguida salió Lina, quien se quedó preguntándole al profesor algo de unos ejercicios que curiosamente teníamos de tarea. Ya después les preguntaría qué era, porque en ese momento de lo que menos quería saber era de tareas; solo quería salir de allí. Después de que saliera Lina, emprendimos nuestro viaja a sabrá Dios dónde, porque nuestra guía, Sofía, no nos había dicho a dónde iríamos. Lo único cierto es que primero iríamos a comer algo.

En cuanto abandonamos las instalaciones, tomamos rumbo al Burger King al que fui con Wendy el primer día de clase. Como era de esperarse, el sitio estaba solo. Mientras que Lina y Wendy ordenaban en la caja, Sofía y yo elegimos una mesa que según nuestro criterio era la de mejor ubicación. Nos sentamos y esperamos al par. Después de unos minutos Lina y Wendy se unieron a nosotras.

—Ah—suspiró Wendy mientras tomaba asiento—. El día de hoy ha sido un asco...

—¿Cierto?—dije yo— Ha estado como pesado.

Pure Love [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora