DUDAS

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Desde el día en que Coral reveló su embarazo, todos la trataban cómo una reina. Ya no saldría a buscar provisiones, ni haría guardia, solo reposaría hasta que naciese el niňo o niňa. No le comentó a nadie sus dudas y sus temores, ni siquiera a Saúl. Ser madre la hacía la mujer más feliz del mundo, pero ser madre en su anterior vida. Una vida que aňoraba más que nadie del grupo. Su mente había planeado cosas atroces. Pensó en tirarse por las escaleras, y luego les diría que sucedió por accidente, pero lo descartó. Si moría su bebé, también moriría ella. También contempló tirarse por el acantilado, pero no se perdonaría hacer daño de esa manera a Saúl. Finalmente, tomó una decisión. Salió de la casa y entró en el faro. Diego estaba haciendo la guardia.

-¿No te gustaría dormir un poco?-preguntó Coral.

El hombre dió un respingo, y, aunque trató de ocultarlo, ella sabía muy bien que se había dormido.

-No, no. Y tú descansa y prepárate para el parto-dijo Diego.

-Llevo toda la semana descansando. Venga, vuelve y duerme.

-¿No te importa?-preguntó, dudoso.

-Me importará más si te quedas.

Y con una sonrisa, Diego se levantó, agradecido, y bajó a descansar.

Coral esperó un rato, y se colocó sobre las escaleras de caracol. Con el corazón en un puňo, se dejó caer. Al día siguiente, los demás la encontraron magullada al pie de la escalera.

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