MÁS PROBLEMAS

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No había más zombis, pero había algo peor. Habían bajado a la planta baja, y vieron que un enorme agujero se abría en una de las paredes del supermercado. Ramón salió al exterior, devastado. Coral y Saúl lo siguieron. Y lo vieron, a lo lejos. Una horda inmensa de zombis se acercaba, estarían a 1 kilómetro como mucho. El supermercado ya no era seguro.

-Deprisa, entrad. Hay que avisarlos y salir de aquí, ya-dijo Ramón.

Antes de que pudiesen entrar de nuevo, un autobús pasó a toda velocidad por una carretera próxima al lugar. Lo observaron, atónitos.

-Deprisa, deprisa-dijo Ramón tratando de ocultar su sorpresa.

Se internaron de nuevo en el supermercado.

Lidia trasladó el cadáver envuelto en sábanas de Lara a una cama. La contempló con tristeza.

-Lo intentaste-la susurró-. Cuidaré de Eva, te lo juro.

Se volvió hacia sus hijos, que hablaban con Eva, tratando de animarla. Miró a Pablo. Todavía la estaba observando. Resopló, incómoda. Justo cuando iba hacia sus hijos, Marcos apareció con una malherida pero consciente Leticia en brazos.

-Ayudadla-dijo Marcos, histérico.

Lidia vió tras ellos una sombra. Corrió hacia la pareja, los empujó a un lado y disparó al zombi, apuntando al cráneo.

Oyó el grito ahogado de Leticia. Abrió los ojos al máximo, era Hugo. Soltó el arma y se llevó las manos a la boca, horrorizada.

-Lidia-dijo Marcos-, busca algo con que ayudarla.

La mujer trató de centrarse. Sus hijos y Eva lo habían visto todo, pero la dió igual todo. Puso a Leticia boca abajo y la levantó la camisa. La herida estaba un poco por encima de los riňones. No sabía qué hacer. No era médico. Pero fue corriendo a la planta baja, cuando la despejaron recordaba haber visto una farmacia. Trató de buscar un desinfectante y vendas. Subió de nuevo y vertió el líquido sobre la herida. Leticia gritó de dolor. La vendó la zona de la herida, y, junto con ayuda de Marcos, la tumbó en una cama. Resopló de ira al ver que Pablo no se había movido del sitio, podría haberla ayudado. Los niňos se acercaron a ver a la débil Leticia. La joven, al ver sus miradas preocupadas sonrió.

-No os preocupéis-dijo-. Un idiota disfrazado no podrá conmigo.

Cerró los ojos y una lágrima rodó por su mejilla, recordando la muerte de Hugo. Lidia la secó la lágrima, tristemente, y agarró otra sábana para tapar el cuerpo de Hugo.

Ramón y los demás subieron hasta la planta donde estaba el grupo.

-Coged las cosas, rápido-dijo Ramón.

-¿Qué pasa?-preguntó Marcos.

-Vienen un montón de ellos-dijo Saúl-coged lo que podáis, comida, medicinas...

-Pero ellos no pueden entrar-dijo Sandra.

Nadie dijo nada.

-Hay un enorme agujero en una de las paredes-dijo Ramón-. Entrarán.

Coral gritó al ver a Leticia herida. Corrió hacia ella, pero paró en seco al ver el cuerpo envuelto en sábanas que había más allá. Registró el grupo, intentando adivinar quién era.

-¡No!-gritó-No, por Dios...

Rompió en llanto mientras corría hacia su hermano. Le quitó la manta de encima y lo abrazó, con inmenso dolor. Los demás no se quedaron a mirar, se apresuraron a coger mochilas, bolsas, para guardar comida, medicinas y ropa de abrigo. Todos salvo Pablo, que se acercó a Ramón.

-Espero que esto que dices sea verdad-le dijo Pablo.

-No bromearía con eso-dijo el hombre, muy serio.

-Ramón-dijo Lidia-. Leticia...

-La llevaremos-dijo sin dudar-. Por cierto, te quiero.

La besó. Lidia sonrió y siguió preparándose.

Miró a Eva y a Coral. Eva abrazaba a su hermana, sabiendo que tendrían que dejar el cuerpo allí. Coral lloraba desconsoladamente llenando de besos y lágrimas a su hermano.

Cuando estaban a punto de marchar, Ramón se acercó a Marcos.

-¿Está muerto?-preguntó Ramón.

Marcos asintió.

-¿Qué era?

-Un loco-dijo cargando su pistola-. Pero te juro, que a Eva no le hará daňo nadie. Ya sea persona, zombi, o persona disfrazada de zombi.

Siguió preparándose y él hizo lo mismo. Se acercó a Alberto y le tendió una pistola.

-No sueltes la mano de tu hermana-dijo-. Os quiero.

Saúl había ido al lado de Coral. Cogió la sábana y envolvió de nuevo a Hugo con ella.

-Tenemos que prepararnos-la dijo.

Coral se secó las lágrimas y se levantó.

Habían acabado de prepararse. Todos salvo Sandra y Leticia tenían pistolas. Pero llevaban cuchillos atados a la cintura. Ramón y Marcos cargarían a Leticia cada uno de un brazo. Sería muy difícil. No podían marchar por la salida principal, era muy arriesgado, y la del parking estaba abarrotada de zombis, así que saldrían por el agujero. Bajaron a la planta baja y fueron hacia el enorme boquete. Justo cuando iban a salir, los primeros zombis entraban por el agujero.

-¡Mierda!-gritó Marcos.

Saúl y Pablo, que iban delante, mataron a los primeros y salieron, todavía disparando. Les dejaron una pequeña oportunidad de escapar. Lidia, Saúl y Coral se adelantaron disparando y salieron.

-Corre-dijo Ramón a Marcos.

Se adelantó y comenzó a disparar.

-¡Ahora!-gritó.

Lo que Marcos hizo, Alberto lo recordaría mucho tiempo. El hombre soltó a Leticia, que cayó al suelo, agarró a su sobrina, sacó su pistola y salió por el agujero.

-¡Mierda!-gritó.

Ramón siguió disparando a las criaturas mientras retrocedía. Hasta que las balas acabaron. Arrojó el arma a un lado. Ya era imposible salir por el agujero. Lanzó una mirada apenada a sus hijos. Rápidamente, su rostro cambio.

-¡Salid, deprisa, salid!-gritó mientras se arrojaba hacia las criaturas.

Sus hijos gritaron.

-¡Salid por el parking, corred, os quiero!-gritó mientras los zombis lo devoraban.

Sandra gritó otra vez y trató de ir hacia su padre, pero, afortunadamente Alberto la agarró del brazo.

-¡Vámonos!-la gritó.

Los hermanos agarraron a Leticia y la ayudaron a levantarse. Antes de empezar a caminar, Alberto alzó su pistola apuntando a la cabeza de su padre, que gritaba en agonía. Con los ojos llenos de lágrimas, disparó, dando en el blanco. Se dirigieron a la puerta del parking todo lo rápido que pudieron, apenas unos pocos zombis los perseguían. Abrieron la puerta. Había 3 zombis en las escaleras, Alberto necesitó mas de 3 disparos para acabar con ellos. Bajaron y habría cerca de 20 zombis, por suerte, estaban lejos de ellos. Corrieron, cargando con la malherida Leticia hasta uno de los coches en los que llegaron hace unos días. Subieron a la chica en el asiento del conductor.

-¡Sube, Sandra!-gritó Leticia.

Alberto se volvió para disparar a un zombi que se había acercado demasiado, y subió precipitadamente. Leticia arrancó el coche, cuya llave ya estaba incrustada en él y salieron del supermercado, vivos, pero muertos por dentro.

HambrientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora