NUNCA OLVIDES

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Aproximadamente unas 2 semanas habían pasado desde la muerte de Raúl. Sol, Javier y Alejandra eran los que más habían sufrido, pero lograron superarlo y seguir adelante. Sol y Diego estaban haciendo la guardia cuando Pablo y Leticia volvieron de buscar provisiones.
-¿Qué habéis encontrado?-preguntó la joven cuando los recién llegados entraron.
-Balas, muchas-sonrió Pablo-. Fuimos a un puesto de policía y digamos que había bastantes. También traemos unas preciosidades-aňadió refiriéndose a las pistolas.
-Y lo mejor lo traigo yo-intervino Leticia-. Mirad-rebuscó en su bolsa y empezó a sacar todo tipo de bebidas alcohólicas.
-¿Qué es esto?-preguntó Diego.
-Ya estoy harta de sufrir y no tener ni un respiro. Nos los merecemos, y esta noche vamos a hacer una fiesta-sonrió la chica-. No me he colado en el restaurante de ese hotel para nada.
-¿Y tú no dices nada?-preguntó Sol dirigiéndose hacia Pablo.
-Es una buena idea-sonrió el hombre.
-No conocía este lado tuyo, Leticia-sonrió Diego.
-Soy una caja de sorpresas-respondió la joven mientras guardaba las bebidas.
-¿Y quién hará las guardias?-preguntó Sol.
-No creo que todo se vaya a pique por una noche. Venga, relajaos y disfrutad-dijo Leticia con una sonrisa.
Finalmente fueron a avisar a los demás para la gran fiesta que se avecinaba.

Encendieron una hoguera en el centro del polideportivo, y después se repartieron las bebidas en vasos sacados del restaurante. Lidia se prometió a sí misma no beber demasiado, pues sus hijos también estaban allí. Leticia había pensado en ellos y les trajo unas botellas de zumo. Javier pensó en poner música, así que cogió uno de los coches que había aparcados, metió un disco y puso el volumen a tope. Al principio de la fiesta todos estaban juntos, pero poco a poco se fueron separando en pequeños grupos. Leticia, Sol y Diego se habían sentado en pleno campo de fútbol. Sin embargo, Leticia comenzó a notar la charla flirteante que mantenían ambos, e inventó una excusa.
-Bueno yo voy a ver a Alejandra y a Javier porque me parece que han bebido demasiado. Hasta luego.
Luego de despedirse, Sol y Diego continuaron charlando. Por otro lado, Pablo y Lidia conversaban.
-¿Me vas a decir que todo acabará así?-preguntó el hombre.
-Nada ha empezado-respondió la mujer.
-Te besé, y tu a mí.
-¿Y qué?
-No fingas que no te importó. Lidia, acepta que me quieres y que tu marido está muerto. Por favor mira hacia el futuro.
-No digas tonterías, no hay ningún futuro, no hay nada. Entiéndelo y asume que nunca olvidaré a mi marido.
-¿Por qué?
-Porque es el padre de mis hijos y siempre será lo más importante para mí. Aquel beso fue un error, y lo siento Pablo te juro que lo siento.
El hombre asintió, dolido. Caminó hacia la hoguera y se sentó frente a ella, pensativo. Al lado del restaurante Alberto y Sandra jugaban y se divertían con Javier y Alejandra. Ambos jóvenes apenas habían bebido en todo el día, y al percibir el aburrimiento de los niňos, decidieron ir a jugar con ellos. Todos parecían haberse olvidado de la principal amenaza. Al final la fiesta había cumplido con su cometido, que era ayudar a todos a olvidar. Pero una horda inmensa de zombis se acercaba al polideportivo atraídos por la humareda de la hoguera y por la música. Por este motivo, nunca olvides lo que hay ahí fuera.

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