OTRO CONFLICTO

295 27 0
                                        

Pablo despertó súbitamente y se incorporó. No estaba donde él recordaba, ni siquiera veía el faro.

-¿Dónde estamos?-preguntó.

-Lejos de ellos-respondido Saúl.

-¿Cómo?

-Hemos decidido dejar el faro-dijo Lidia-. No merece la pena derramar sangre.

-Esto será una broma...

Nadie respondió.

-Muy bien-dijo Pablo tratando de tranquilizarse-. No queréis derramar sangre, es lógico. Pero más sangre perderéis cuando los zombis os devoren. No sé porque me molesto en proteger este grupo de mierda-y se fue a un rincón apartado.

Todos habían llegado cerca de la autopista de la que semanas antes habían partido.

-¿A dónde iremos ahora?-preguntó Leticia.

-No lo sé, podríamos volver a la ciudad-sugirió Coral.

-Que está infestada de zombis-completó Lidia.

-Puede que tú tengas una idea mejor de a dónde podemos ir. Después de todo, a la que se le ocurrió dejar nuestro faro a esos imbéciles eres tú-dijo Leticia resplando-. Aunque a tí sólo te preocupa que tus hijos no sufran ni un rasguño. A mí también me importan, pero cuando tuve que cuidarlos no los tuve pegados al culo todo el día y les enseňé a defenderse.

Lidia enmudeció.

-Mira, te agradezco mucho que cuidases de mis hijos, pero ahora mismo lo único que me faltaba era tener que aguantar tus reproches.

-Pues tengo más todavía. Lo primero, aquí nadie te nombró líder, y puede que si te hubieses callado en su momento estaríamos ahora en nuestro faro.

-¡Con 5 personas menos, eso era un tiroteo!

-Y segundo-prosiguió Leticia sin hacerla caso-, Pablo es nuestro líder. Aunque parece que eres muestra primera dama. Sí Lidia, todos nos hemos dado cuenta.

La mujer gritó de furia y se lanzó sobre Leticia. Ambas rodaron por el suelo gritando, insultando y tirándose de los pelos. Los demás, que escucharon sin intervenir, fueron corriendo a separar a las mujeres. Cuando por fin las separaron Leticia estalló.

-¡Perra, no han pasado ni 2 meses desde que murió tu marido y ya estás con otro!-gritó, pero al instante se dió cuenta de lo que había dicho y calló.

Lidia ya no se debatía furiosa entre los brazos de sus compañeros, sino que miraba a Leticia, sorprendida. Estuvo así un rato, hasta que las lágrimas acudieron a sus ojos. La mujer tenía una expresión de profunda tristeza. Se secó las lágrimas y con un gemido casi imperceptible, se alejó de allí. Ni siquiera se dió cuenta de que sus hijos lo habían visto todo.

HambrientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora