Todos estaban aturdidos. Pero vivos. Los ojos del grupo se acostumbraron a la oscuridad mientras buscaban a sus salvadores.
-¡Maldita sea!-dijo una voz masculina desconocida-¿Qué diablos hacéis?
-Cierra tu estúpida boca-dijo otra voz, masculina también.
-¿Estáis bien?- preguntó una voz femenina.
-Sí-dijo Ramón-. Podéis salir. Somos inofensivos.
Poco a poco, fueron apareciendo las figuras. Tres hombres y dos mujeres. Todos armados.
-Hola-dijo una de las chicas, la de menor estatura-, soy Leticia. Ella es Coral, aquel guapetón de allí es mi novio, se llama Hugo. El de al lado es Saúl, y el otro es un imbécil.
Leticia era bajita y delgada, de pelo rubio y ojos oscuros, era muy sociable. Coral es la novia de Saúl. Es más reservada, de pelo negro ondulado y ojos oscuros. Hugo es de estatura media, moreno de piel y pelo y, a su vez, hermano mayor de Coral. Saúl era muy alto, fuerte, de ojos verdes y pelo negro. Todos ellos tenían alrededor de 20 aňos.
-Te salvé la vida una vez-dijo el hombre acercándose a Leticia-, no hagas que me arrepienta.
-Relájate, Pablo-dijo Hugo.
Pablo era un hombre de cerca de 30 aňos, con una ligera barba, oscura como su pelo y sus ojos, antes era policía pero es muy violento.
-¿No recordáis el maldito plan?-preguntó Pablo.
-Hay niňos-dijo Coral-, parece mentira que fueses policía.
El hombre la ignoró y alzó su arma contra el grupo.
-Este era el plan inicial-dijo con el ceňo fruncido-. Rezad lo que sepáis.
Sandra gritó y se abrazó a su madre.
-Contaré hasta 3-dijo Pablo-. 1...
-No te conviene hacerlo-dijo Saúl.
-2...
-No te conviene hacerlo-repitió Saúl, más despacio que la vez anterior. Y antes de que Pablo contara 3, Saúl se lanzó sobre él. Rodaron por el suelo mientras gritaban entre puňetazos e insultos. Los gritos combinados de Leticia y Coral llenaron el aire. Saúl le arrancó la pistola y la arrojó, con todas sus fuerzas.
-¡Imbécil!-gritó Pablo mientras arrojaba un puňetazo al rostro del muchacho. Se lo quitó de encima.
-Perfecto-dijo-. Espero que os guste tener una carga nueva.
Se alejó hasta un rincón en sombras.
-Aleluya-dijo Leticia.
Coral ayudó a Saúl a levantarse y le examinaba el golpe.
-Pablo nos salvó la vida-dijo Hugo-, es muy brusco, pero bueno persona.
- Eso es verdad-dijo Leticia-. Aunque su plan era esperar a que el supermercado estuviese limpio, y luego mataros. Ninguno de nosotros salvo Pablo podía quedarse a mirar como os devoraban.
-Muchas gracias-dijo Lidia-, de no ser por vosotros...
-No es nada-dijo Saúl-, ahora lo primordial es vaciar el supermercado.
Todos se reunieron, compartieron las armas, ahora todos, salvo los niňos, portaban armas de fuego. Descansaron aquella noche sobre las camas en venta. Eran realmente cómodas y durmieron como troncos. No tenían ni idea de la sombra que los vigiló toda la noche.
A la mañana siguiente, todos desayunaron juntos gracias a las provisiones del supermercado. Se prepararon para subir a la tercera y última planta del supermercado. Todos menos Lara, Eva, Alberto y Sandra, subirían, quizá para no volver. Cuando llegó la hora de la despedida, Sandra y Alberto se despidieron de sus padres entre lágrimas, y Marcos y las chicas se abrazaban intercambiando palabras de ánimo.
-¿Segura?-preguntó Marcos.
-Segura-respondió Lara.
Marcos la había ofrecido su pistola, ya que, al ser la mayor, tendría que hacer de canguro. Lara se quedó con un cuchillo y le dijo que él lo necesitaría más. Un último minuto de despedida y se fueron. Los jóvenes los miraron subir por las escaleras con el corazón encogido. 30 minutos, no pasaba nada. Alberto y Sandra jugaban aburridamente con unos juguetes que habían encontrado. Lara y Eva los observaban.
-¿Echas de menos a papá?-preguntó Eva a Lara.
-Mucho- susurró.
-¿Y a mamá?
-Muchísimo-respondió, al borde del llanto.
-Ellos no te habrían querido ver así- dijo Eva mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.
-No, ellos querrían vernos bien, dentro de lo que cabe, sobreviviendo a esto. A todo lo que venga.
Eva estrechó su mano con la de Lara.
-Voy a jugar con ellos-dijo Eva, sonriendo-. No se les ve muy contentos.
Lara asintió. 45 minutos y no venían. La muchacha se estaba poniendo muy nerviosa. Los niños jugaban al escondite cuando un ruido la alertó. Sacó su cuchillo. Se acercó despacio al lugar del ruido, alejándose de los chicos. Un zombi salió de las sombras. Lara respiró hondo y se acercó al zombi, dispuesta a matarlo, otra vez. Pero en el momento en que Lara se acercaba a él con el cuchillo en mano, el zombi se sacó una navaja de la manga y la hundió en el estómago de la joven. Lara gritó. Los niños detuvieron su juego y la miraron. El zombi sonrió a la chica y hundió nuevamente el cuchillo.
-Eva...-susurró Lara mientras caía.
Eva gritó a los cielos en el momento en que el zombi desapareció nuevamente entre las sombras. Corrió hacia su hermana y lloró, gritó, suplicó, mientras la vida se escapaba de Lara. Así la encontraron los demás del grupo cuando volvieron.
