Pablo estaba de guardia en el faro. Había pasado 1 mes desde la revelación de Coral. No había pasado nada especial, salvo el aumento de la temperatura. Por fin, el invierno llegaba a su fin. En ese período de tiempo nadie había muerto, y todos lo agradecían. Pablo y Lidia no volvieron a tener ningún momento íntimo desde la farmacia, además, ella le evitaba. Oyó entonces entrar a alguien.
-Me toca-dijo Leticia.
Sin decir palabra, el hombre salió de allí. Pasó media hora hasta que la mujer oyó un disparo. Comenzó a buscar con la mirada el lugar de procedencia, pero por lo fuerte que había sonado, debía de estar muy cerca. Y lo vió, una horda se aproximaba en la lejanía, tal vez porque sí, tal vez atraídos por el disparo. Leticia bajó las escaleras a toda velocidad y entró en la casa.
-¡Viene una horda!-gritó.
Todos la prestaron atención.
-¡Venga, coged las armas!-dijo Pablo.
El grupo comenzó a armarse y a cerrar las cortinas. Guardaron silencio y Leticia se asomó, a la espera. Era una noche despejada y no había una gran visibilidad.
-No creo que pasen-susurró la joven.
Pero se equivocaba, las rocas que usaban de muro resistieron más o menos bien, pero los zombis fueron amontonándose unos sobre otros, y pasaron. Parecía que los olían, porque empezaron a golpear la casa y a rodearla.
-Mierda-dijo Leticia.
-¿Qué hacemos?-preguntó Sol.
-Esperar-dijo Pablo-. Tarde o temprano se irán
Pero esperaron, y los zombis no se fueron, así que decidieron salir por la ventana, pero no podrían huir por el zoológico, así que tendrían que saltar por el acantilado. Diego salió el primero, despejando el camino, y, acto seguido, saltó. La siguiente fue Leticia, que casi fue atrapada por un zombi, pero se liberó disparando. Y 1 a 1, todos salieron y saltaron hacia la mar. Si la marea no hubiese estado alta, habrían muerto atravesados por las rocas. El grupo nadó hacia la costa, sin creerse que sigan vivos. Miraron el faro y vieron a el acantilado lleno de zombis. Eso sin contar los que habían caído al agua por perseguirles. Salieron de la playa, empapados y llenos de arena, y se encerraron en la primera tienda que vieron, una de deportes.
-Volveremos maňana y recuperaremos el lugar-dijo Pablo.
-Se nos acaban las balas-informó Lidia.
-No nos hacen falta balas-dijo Leticia.
-El caso es que al día siguiente por la tarde, todos tendremos nuestro culo en ese faro, otra vez.
El grupo asintió, conforme. No oyeron los disparos en mitad de la noche. No sabían lo equivocados que estaban y lo que estaba por venir.
Hola a todos/as. Escribo esto para informar de que no publicaré en una semana. Lo hago para mantener algo de intriga, ya que publico todos los días, y para crear nuevas ideas para la historia. Espero que os guste y que no os perdáis el capítulo 31, que estará cargado de emociones y será más largo de lo normal.
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