Capítulo 59- Coqueteo en la arena

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Leo la última estrofa, pero esta no me convence, así que agarro el papel, lo arrugo en una bola y lo tiro por encima de mi hombro

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Leo la última estrofa, pero esta no me convence, así que agarro el papel, lo arrugo en una bola y lo tiro por encima de mi hombro. Comienzo otra vez y pronto estoy estancado nuevamente. Muerdo mi lápiz, pensando qué debería seguir para que quede perfecto.

En estos últimos días he tenido ganas de retomar el escribir canciones, pero por más que trato no logro hacer ninguna que quede mínimamente bien. Hace mucho que no lo hacía, por lo que he perdido un poco el toque. Kriztyn ha querido leer e incluso oír una canción mía, pero me he rehusado. La realidad es que las pocas estrofas que tengo hasta ahora son patéticas y no me gustan para nada, además, como soy un perfeccionista de lo peor no estoy satisfecho con ninguna y tengo un montón de papeles llenando el suelo de mi habitación.

Tacho la estrofa, pero luego me entra la frustración y garabateo toda la hoja para después arrojarla con las demás en el piso. Gruño y golpeo levemente mi cabeza contra mi escritorio. No debería ser tan complicado, es una simple canción de amor. No encuentro las palabras correctas, sé lo que quiero transmitir, lo que siento, pero las palabras simplemente no quieren llegar a mí. Podría pedirle ayuda a mi novia, ya que ella es hábil en estas cosas, sin embargo, me da un poco de vergüenza, no sé muy bien porqué.

Mi celular suena con una notificación y lo tomo, encontrando un mensaje de mi novia.

Mi nena: Buenos días, amor. ¿Estás ocupado?

Yo: Buenos días. No realmente. ¿Por qué, mi corazón?

Mi nena: Tengo algo muy importante que contarte. ¿Puedo pasarme por tu casa?

Yo: Claro. Te espero.

Me pregunto qué será lo que tiene que decirme. Espero que no sea algo malo.

Me pongo una camisa y salgo de mi habitación para ir a la sala. Tan pronto como bajo el timbre de la casa suena. Al parecer ella iba a venir de todos modos y ya se encontraba cerca. Le abro la puerta y ella enseguida se lanza a mis brazos, lo que me toma desprevenido, pero aún así la abrazo.

-Wow. ¿Qué te tiene tan contenta? -le pregunto. Ella se separa de mí y besa mi mejilla.

-No lo vas a creer. Ven, siéntate -me indica. Ambos nos sentamos en el sofá y ella saca una carta-. Esto acaba de llegar en el buzón.

Veo el sobre, el remitente es la universidad de Harvard.

-Es de Harvard -digo como si no fuese evidente ya.

-Sí -responde toda emocionada-. Oficialmente eres el novio de una estudiante de la Liga Ivy.

La miro atónito.

-No -replico, incrédulo. Ella asiente, sonriendo de oreja a oreja-. ¿Te aceptaron?

-¡Sí!

-¡Oh por Dios! -exclamo y la abrazo fuertemente-. Lo sabía, lo sabía. Te dije que te aceptarían. Me alegro demasiado -le digo, tomando su bello rostro y dejando muchos besos sobre sus labios. Ella se ríe.

Atracción IlícitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora