No entiendo su maldito comportamiento. ¿Qué le pasa? Han pasado dos semanas y aún no logro ningún avance. De hecho, lo único que he logrado es recibir cachetadas, rodillazos en mi entrepierna e insultos. Pero, por alguna razón masoquista en lo más profundo de mí, me gustan esos golpes. Estoy loco, lo sé.
¡Ash! Tiene que haber una manera de que obtenga lo que quiero. Lo tendré a la buena o a la mala.
Hoy el día transcurre normal, tan normal como puede serlo. Me acerco a su casillero y apoyo mi codo contra los mismos, mirándola con una sonrisa. Ella pega un brinco en cuanto se percata de mi presencia.
—¿Hoy también me vas a fastidiar? ¿Es que no te cansas? —pregunta cansada.
—Puedo durar mucho tiempo sin cansarme, nena. Lo vas a descubrir algún día —digo, dándole doble sentido a mis palabras.
—Pervertido —murmura y sonrío. La pervertida aquí es ella, por entender mis palabras—. No quiero nada contigo, no sé cuántas veces te lo tengo que repetir. Podemos ser amigos, si así lo deseas. Pero nada más, ¿entendido?
—Si eso es lo único que puedo obtener de ti, supongo que está bien —acepto.
—Bien.
—Aunque, debes saber que te deseo en mi...
—Ni siquiera te atrevas a terminar esa oración, porque no. Nunca me tendrás en tu cama, debajo de ti gritando tu nombre. No soy una cualquiera. A mí me respetas.
¡Guau! Me gusta su confianza y su manera de darse su lugar. Ella es diferente a cualquier otra chica y no sé por qué, pero eso me enciende y me encanta.
—¿Cómo sabes siquiera que iba a decir eso? La pervertida eres tú por creer eso.
—Me da igual —dice.
Me le acerco, ella retrocede un poco y acerco mi rostro a su cuello. Inhalo su dulce perfume y ella se tensa.
—No tienes que resistirte tanto. Ambos sabemos que quieres —susurro en su oído. Kriztyn jadea levemente al sentir mi aliento en su cuello.
El golpe llega sin esperarmelo. Siento su rodilla colisionar contra mi entrepierna fuertemente. Retrocedo y ella toma mi meñique y lo dobla.
—¡Au! —grito. Joder. Duele mucho.
—Retira eso ahora —me ordena.
—Está bien. Retiro lo que dije. Suéltame; duele —gimo adolorido. Ella me suelta y sacudo mi mano.
—A la próxima te irá peor —promete alejándose de mí.
—¡Me amarás, créeme! —consigo gritar y ella me muestra su dedo corazón. Sí, todo un amor.
~*~
—¡Ah! Mierda —exclamo mientras me pongo una bolsa de frijoles congelados en mi entrepierna.
ESTÁS LEYENDO
Atracción Ilícita
Novela JuvenilBryan Doolittle está de vuelta en Carolina del Norte, listo para empezar desde cero. En su primer día de clases se topa con una chica que lo detesta con tan solo verlo, lo que lo toma desprevenido, pues siempre ha tenido popularidad con las mujeres...