El día ha estado lluvioso y no ha parado ni un segundo, lo que es suficiente para hacerme sentir miserable, pero por suerte he estado lo suficientemente distraído para no pensar en mis problemas. En la mañana Spencer me hizo acompañarlo a Jacksonville a buscar una pieza para su auto. Al fin se dignó en arreglarlo y ya no tiene que depender de mí o los chicos para que lo lleven a donde él quiera. Ya que no tenía nada más que hacer, llamé a Kriztyn para que quedáramos de hacer algo. Nos encontramos en el centro comercial ahora, puesto que no empaqué mucha ropa ayer y ni de chiste voy a volver a casa otra vez, así que no me queda más opción que comprar un par de prendas. Mientras yo rebusco los percheros Kriztyn se la pasa jugando con la ropa.
—¿Qué tal estos? —me pregunta, mostrándome un paquete de bóxers ajustados—. Yo creo que te quedarían muy bien.
—Siempre que me ves en ropa interior apartas la mirada. ¿Cómo sabes que me quedarán?
—Tengo un presentimiento. Además, a ti te queda cualquier cosa.
—Eso es cierto —le doy la razón—. Sin embargo, no los uso tan ajustados —le dejo saber—. ¿Acaso me los vas a comprar? —pregunto, alzando las cejas sugerentemente.
—No.
—¿Por qué no? Puedo hacer el sacrificio de modelartelos si me lo pides.
—Ja, ja. No te pases. En este momento no te los voy a comprar. Algún día —replica, guiñándome un ojo, y luego se va a devolver el paquete a su lugar.
Escojo lo que voy a comprar y luego pago. Kriztyn y yo salimos de la tienda y continuamos hacia la siguiente, en donde tengo que comprar gel fijador, porque con tanta cosa en mi cabeza se me olvidó traerme el mío. El de Spencer no lo voy a volver a usar, porque primero que no sirve y segundo porque me dio comezón. De veras que mi amigo compra puras porquerías.
Camino directamente hacia la sección de productos para el cabello y tengo suerte, porque solo hay uno en el estante. Al parecer todos los hombres necesitan gel el día de hoy y no los culpo. Me giro para preguntarle a Kriztyn si ella va a comprar algo, pero no la encuentro junto a mí. La busco cerca del área, pero no está en ningún lado. Enseguida me preocupo, ¿a dónde se fue? Saco mi celular y la llamo.
—Dime —dice al contestar.
—¿Dónde te metiste?
—Estoy en la sección de películas.
—Ah —suspiro aliviado—. No me asustes así, nena. Avísame la próxima vez.
Ella emite una risita.
—Lo siento. ¿Ya terminaste?
—Sí. Estoy yendo para donde estás —le aviso.
—Está bien. Adiós.
—Vale —digo antes de colgar.
La encuentro viendo unas películas y dado que ella se alejó sin decirme nada, decido asustarla un poquito, aun sabiendo que no es una buena idea, puesto que sus reacciones siempre son inesperadas. Me le acerco sin que ella se percate y la sorprendo dándole con la punta de mis dedos en sus costados. Ella brinca, yo me río y ella al darse cuenta que soy yo me pega con una de las películas.
ESTÁS LEYENDO
Atracción Ilícita
Ficção AdolescenteBryan Doolittle está de vuelta en Carolina del Norte, listo para empezar desde cero. En su primer día de clases se topa con una chica que lo detesta con tan solo verlo, lo que lo toma desprevenido, pues siempre ha tenido popularidad con las mujeres...