Bryan Doolittle está de vuelta en Carolina del Norte, listo para empezar desde cero. En su primer día de clases se topa con una chica que lo detesta con tan solo verlo, lo que lo toma desprevenido, pues siempre ha tenido popularidad con las mujeres...
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—¿Esta es tu casa? —pregunta Kriztyn y noto un poco de repulsión en su voz.
—Lo es. ¿Algún problema? —contesto ligeramente indignado. No permitiré que diga algo negativo en torno a mi casa.
Quizá no tenga una gran casa, pero algo es algo. Es de dos pisos, la cocina es de tamaño promedio, la sala es espaciosa y solo tenemos cuatro habitaciones. El patio trasero es espacioso también. No es la gran cosa, pero nos sirve y eso es lo que importa.
—No tengo ningún problema, pero pensé que tenías más dinero —dice.
—No todos somos como tú, nena —respondo.
—¿Qué insinuas? —pregunta, haciéndose la de no saber.
—No creas que no me he dado cuenta. Conduces un Audi RS8, tu mochila es de marca y ese brazalete que llevas en la muñeca es de oro y tiene zafiros incrustados.
—Sí, soy una ricachona, ¿y qué?
—Me gustan las ricachonas —digo guiñándole un ojo.
Ella hace un sonido de asco y suelto una carcajada. Abro la puerta y entramos. Pongo mi mochila en el sofá, ella se queda con la suya en el hombro y yo anuncio mi llegada. Mi hermano baja a toda prisa las escaleras y se lanza a mis brazos. Lo abrazo y revuelvo su cabello mientras Jeff también baja las escaleras.
—Al fin llegas. No es que Jeff me tuviera aburrido, solo... —dice Shane alejándose de mí.
—No lo puedo creer —jadea Jeff, fingiendo estar dolido—. Me iré si te aburro.
Shane rueda los ojos y ríe. Entonces su mirada se fija en Kriztyn.
—Oye, eres la hermana de Kataline, ¿verdad?
—Así es. Shane si mal no recuerdo, ¿cierto? —dice ella sonriendo.
—Sí. ¿Tú y Bryan son novios? —su pregunta nos toma a ambos por sorpresa. Kriztyn me mira, yo la miro. No sé qué decir.
—No, para nada. Bryan y yo... No —dice Kriztyn, claramente desconcertada.
Por un momento un silencio incómodo se hace presente, pero Jeff habla, haciendo que todos nos olvidemos del tema. Lo acompaño hasta la puerta y él se despide de Shane revolviendo su cabello marrón.
—Bien. Puedes sentarte donde quieras y tomar lo que quieras de la nevera. Siéntete como en tu casa. Vuelvo enseguida —le digo a Kriztyn.
Tomo a Shane de la mano y lo arrastro hacia las escaleras. Subimos a su cuarto y cierro la puerta.
—Tú te quedas aquí y no bajes a menos que sea una emergencia. ¿De acuerdo?
—¿Por qué? —pregunta inocentemente.
—Por decir que Kriztyn es mi novia. La incómodaste. No vuelvas a hacer esos comentarios.
—Está bien —suspira cansado, sentándose en su cama.
