Prólogo

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Los insultos. Palabras que son tan simples, tan ofensivas e hirientes. A veces las decimos de broma, otras por querer herir a alguien u otras veces porque se nos escapan.

No soy una persona masoquista, pero sí que me encantaba cuando ella me llamaba así. Ella era la chica más linda, amable, generosa y atenta que jamás he conocido. ¿Cómo no amarla? La amo con todo mi corazón y sé que lo que pasó fue por el bien de los dos.

Nunca podré olvidar su preciosa sonrisa, sus hermosos ojos, su alma tan pura y su forma tan impresionante de ser. Sobretodo, no olvidaré el sobrenombre que usaba para conmigo:

Idiota.

Porque lo fui, soy y siempre seré.

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