Bryan Doolittle está de vuelta en Carolina del Norte, listo para empezar desde cero. En su primer día de clases se topa con una chica que lo detesta con tan solo verlo, lo que lo toma desprevenido, pues siempre ha tenido popularidad con las mujeres...
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Mi corazón late deprisa y mi respiración es pesada. Kriztyn me sonríe y recuesta su cabeza sobre mi pecho. Ella me acaba de desarmar, nunca imaginé que ella fuera tan talentosa en hacerme perder la cabeza, aunque debí haberlo sabido desde el momento en que la vi en mi primer día de clases. Tenía el presentimiento, pero mi imaginación fue nada en comparación con la realidad, y oh madre mía, que si qué superó mis expectativas.
—¿Alguna vez te he dicho que nunca dejas de maravillarme?
—Hago lo que puedo —dice, levantando la cabeza, y se encoge de hombros.
—Siempre encuentras la manera de enloquecerme y mierda, disfruto cada segundo de eso —muerdo mi labio.
—No has visto nada aún. Eso fue solo un calentamiento —dice y me da un pico en los labios.
Oh Dios mío. Esta mujer.
—¿Cómo es que eres tan guapo? —añade mientras acaricia mi cabello.
—¿Cómo es que tienes una boca tan mágica?
—Es un don.
—Un muy, muy maravilloso don.
Kriztyn se ríe entre dientes.
—Probablemente lo he dicho antes o tal vez no, pero jamás, ni en mis sueños más locos, pensé que encontraría a alguien como tú.
—¿Guapo, seguro de sí, más caliente que el sol, bueno con su...?
—Nada de eso, idiota —me interrumpe y rueda sus ojos—. Quiero decir amable, educado, sensible, bueno... Siempre pensé que los chicos así solo existían en los libros y películas, pero estaba equivocada. Aunque eras y sigues siendo un gran dolor en el trasero...
—Vale, yo también te amo.
—No te cambiaría por nada. No hay forma de que pueda estar con alguien más; no existe absolutamente nadie como tú. Te amo mucho.
No puedo ocultar mi gran sonrisa y mi cara comienza a doler por eso. Ella atrapa mis labios entre los suyos y me besa prolongadamente.
—Te pusiste un poco sentimental por un momento, ¿no? —bromeo y ella golpea mi pecho, sonriendo.
—Cállate.
Yo me río.
—Eres única. ¿Cómo es posible que seas mala y buena a la vez? Es como si fueras el doctor Jekyll y el señor Hyde.
—Guao. Buena comparación. Un científico loco y un monstruo.
—Lo sé, lo sé, pero es el mejor ejemplo para describir tu distintiva personalidad.
—¡Cielos! Qué palabras tan sofisticadas.
—¿Qué puedo decir? Estar contigo me ha hecho más inteligente, y tú estando conmigo te ha vuelto ambiciosa y ha aumentado tu pasión.
