Capítulo 23- Eso no va a pasar

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Dedicado a user88012462 por haber contestado la pregunta correctamente. ¡Qué lo disfrutes!

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—No voltées ahora, pero voltea

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—No voltées ahora, pero voltea. Kriztyn a las nueve en punto, Bryan —me dice Harry.

—¿Dónde? —pregunto en seguida. Volteo la cabeza hacia la izquierda rápidamente, lo cual provoca que se me pinche un nervio en el cuello—. ¡Au! —me quejo—. No veo a la castaña.

Me giro hacia los chicos, quienes ríen silenciosamente. Alzo una ceja.

—Estás en las nubes, Bry. Despierta —dice Keaton negando con la cabeza.

—No es gracioso engañarme con eso —respondo, enrollando las mangas de mi abrigo hasta mis codos.

Estamos a mediados de noviembre y ya el frío está aumentando cada vez más. Nunca he sido tan sensible al frío y a veces no lo siento.

—Hablando de Kriztyn, dijiste en tu primer día aquí que la tendrías en tus manos a fin de mes y estamos a noviembre, así que se puede decir que fracasaste —me recuerda Lucas mientras revuelve su café con un sorbetito.

—Yo no lo diría así. Solo estoy dejando que las cosas fluyan —digo.

—Sí, por supuesto. Eso funciona muy bien —Harry rueda los ojos.

—Si conoces a Kriztyn, sabrás que lo apresurado no funciona con ella —comenta Spencer.

Eso es más que claro. Kriztyn es súper difícil.

Después de comer el postre, nos quedamos conversando un poco más en la cafetería. La manera en que me contaba sobre su vida, su amistad con Alex y Sofía, la relación con su familia después de la muerte de su madre y hermano... No lo sé, pero no se me hace justo que juegue con ella, con sus sentimientos y mucho menos con su corazón. Sencillamente no puedo hacerle eso; ella no se lo merece y tampoco me ha hecho nada.

Además, siento que algo en mí ha cambiado y tengo muchas dudas acerca de mi plan inicial. Kriztyn es mi amiga. Ella me gusta, pero eso es todo. No la he vuelto a besar o siquiera tocar, porque no hace falta. Claro que internamente muero por hacerlo.

—Lo estoy tomando con calma. Somos amigos y... Solo considero que si lo apresuro, ella se enterará y luego me odiará por siempre —explico. Keaton se detiene frente a mí, bloqueándome el paso.

—A ver, un momento. ¿Quién eres tú y qué le hiciste a Bryan? —me pregunta.

—Sigo siendo yo —digo frunciendo el ceño.

—Bryan, mi querido Bryan, solo para que quede claro, eres un mujeriego y eso nadie lo va a cambiar —me recuerda el moreno tomando un sorbo de su café.

Auch. Eso es duro, pero tiene razón. ¿A quién engaño? Los chicos como yo nunca cambian y es triste, porque quisiera que sí lo hiciéramos. Vamos, no hay tal cosa como la chica correcta. Nadie es centro de rehabilitación de nadie.

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