Bryan Doolittle está de vuelta en Carolina del Norte, listo para empezar desde cero. En su primer día de clases se topa con una chica que lo detesta con tan solo verlo, lo que lo toma desprevenido, pues siempre ha tenido popularidad con las mujeres...
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Alzo la vista y ahí está, parado frente a mí, mirándome divertido. Está torturándome verlo así y él lo sabe.
Emito una mini risa interna.
—He visto mejores —digo. Mentira, mentira. Él es lo mejor que he visto en toda mi vida, pero no le voy a dar el beneficio de saber eso.
—La televisión y los artistas no cuentan, nena —dice sentándose en el borde y sumergiendo las piernas en el agua.
—Este... Iré a buscar unos nachos —anuncia Mara, incómoda.
La miro pidiendo que no me deje sola, pero no me hace caso y sale de la piscina. Tomo un sorbo de mi jugo de frutas e intento ignorarlo.
—¿Ya te he dicho que ese traje de baño me provoca? —susurra cerca de mi oído. ¿Cuándo se metió al agua?—. Y mira —me toma de la cintura y me pega a él. Siento su dureza presionar contra mi trasero—. Así me tienes.
De pronto siento mucha calor y eso que estoy en el agua. Me muerdo el labio intentando contenerme. Miro a mi alrededor para ver si alguien nos está mirando, pero todos están en sus propios asuntos. Diviso a Mara junto a Sofía hablando con Sean.
Traidora.
No sé de dónde saco la osadía, pero aprovecho para empujarlo con mi trasero y me giro hacia él. Se muerde el labio seximente.
Ay, joder.
—Mmm. Me gustan así, traviesas —dice y yo alzo una ceja.
—¿Te golpeaste la cabeza o algo? —quiero saber.
Bryan apoya las manos en el borde de la piscina, encerrándome entre sus brazos, sin modo alguno de escapar. Él sonríe.
—No que yo recuerde —responde y se acerca un poco más.
—Estás loco, Doolittle —rodeo los ojos.
—Por ti, nena.
—¡Si se van a besar, avísenme para ir al baño y vomitar! —grita Michael y todos se ríen.
Volteo a verlos y todos nos están mirando. Mi cara se sonroja de vergüenza. Miro a Bryan y el idiota está sonriendo.
—Vete yendo, Mickey —dice Bryan, sin apartar su mirada de mí.
—La tensión sexual es tanta que hasta yo voy a quedar embarazado —comenta Keaton.
—¿Qué...? —estoy perpleja y no lo pienso ni un momento. El impacto de mi mano contra la mejilla de Bryan hace eco por todo el patio.
