Capítulo 16- Cosas que duelen recordar

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Un toque en mi puerta me trae de vuelta a la realidad

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Un toque en mi puerta me trae de vuelta a la realidad. La puerta se abre y Shane entra sin yo darle permiso. Se detiene a los pies de mi cama y me mira con cara de perrito regañado, pero ya sé su truco. Eso no funciona conmigo.

—A ver, enano. Escúpelo —le digo.

—¿Sigues enojado conmigo? —pregunta.

—Déjame ver. Amm... ¿Qué crees? Sí —de acuerdo. Eso fue un poco duro.

—Lo siento. Probablemente me odias.

—¿Qué? Claro que no. Ven acá.

Abro mis brazos y él sube a mi cama, sentándose a mi lado. Lo abrazo y luego lo miro. Una lágrima baja por su mejilla y yo la seco rápidamente.

—No te odio. Solo estoy un poco molesto. Jamás pienses semejante cosa, ¿entendido?

Él asiente y lo abrazo de nuevo. Vemos una película en mi ordenador portátil y cuando termina mando a Shane a su cuarto. Me quedo escuchando música un buen rato y luego termino durmiéndome. Creo que pasan al menos unos quince minutos hasta que siento un zarandeo en mi hombro. Abro los ojos y veo a Shane parado al lado de mi cama. Enciendo mi lámpara y me froto los ojos.

—¿Qué ocurre? —pregunto adormilado.

—Tuve una pesadilla. ¿Puedo dormir contigo?

—Mmm. Claro.

Le hago espacio a mi lado, apago la luz y coloco mi brazo alrededor de su hombro. Vuelvo a cerrar los ojos y entonces mi hermanito pregunta algo que creo que jamás olvidaré.

—Bry... —me llama.

—¿Sí?

—¿Cómo era papá?

—¿Qué? ¿Por qué esa pregunta tan repentina?

—No lo sé. Curiosidad. Sé que se fue antes de que yo naciera, pero quiero saber cómo era. ¿Se parecía a ti o a mí? ¿Era tan guapo como tú? ¿Por qué se fue? —pregunta todo a la vez.

—Él era... —pienso un momento por las palabras—. Él era especial. Muy bueno; contaba las mejores historias. Tenía los ojos marrones como tú y el cabello negro como yo. Se parecía mucho a ti. Si nunca se hubiera ido, de seguro estaría aquí diciéndote que las pesadillas no te hacen daño.

—¿Por qué se fue?

Trago saliva. Eso ni yo lo sé. Éramos muy felices, todavía no entiendo la razón de por qué lo hizo.

—Él... Formó otra familia —aún después de tantos años me duele decirlo y aceptarlo.

—¿Acaso supo que yo iba a nacer y por eso se fue?

Mi corazón se aprieta en mi pecho al oír sus palabras. Esto es tan difícil; no sé qué decirle.

—No creo que lo supiera. Mamá solo tenía un mes de estar embarazada de ti y no creo que se lo haya dicho alguna vez —le aseguro.

Atracción IlícitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora