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Diario del rey —nota 8—:

"Te amo y no sabes lo mucho que se acelera mi corazón. Omega Jimena de Agustina, ¿qué me estás haciendo? Lamentablemente, sé que estás mintiendo; tu mirada tierna es falsa y tu risa, fingida. Descubriré tus planes, cariño, y mataré a ese tal Jereth".

Desperté cuando los primeros rayos de sol cruzaron por la ventana. Mi cuerpo estaba calientito y sentía una pausada respiración en mi cuello, además de unas manos alrededor de mi cintura. Realmente, se sentía tan bien. Sin embargo, cuando recordé quién yacía a mi lado, la repulsión empezó a brotar de mi pecho. El recuerdo de los campesinos que murieron hace dos años, ya que no les alcanzaba para alimentarse adecuadamente, me atormentaba. Y lo que más me dañaba era que no pude hacer nada, pues a la panadería de mis padres le iba igual de mal, por la falta de clientes. Esa época de sequía acabó con varias vidas, pero el rey en ningún momento redujo los impuestos y siguió disfrutando de sus lujosas fiestas de los sábados, con los vinos más caros y la música más fina.

¡Lo odio! ¡Lo odio!

—Su majestad, despierte —susurré, intentando alejarme un poco—. Ya es de día, Alfa.

—Mmm... Me gustaría tenerte entre mis brazos por siempre.

De repente, mi estómago rugió y el ardor regresó. No pude evitar soltar un gemido lastimero, al igual que mi loba, y removerme entre las sábanas.

—Al parecer sigues mal... Le ordenaré al chef que te prepare una sopa de pollo o alguna crema que no sea pesada para ti —dijo muy preocupado. Se levantó, besó mi frente y, desde la puerta, le avisó a un mensajero. Luego regresó a la cama y se sentó a mi lado.

Si le diera la misma atención al pueblo, todo sería diferente.

—Alfa, desearía preguntarle algo.

—Dije que podías tutearme. Para ti, soy Gonzalo.

—Bueno, Gonzalo. Quería preguntarte si podría ver a mi hermano. Quiero charlar con él y que sepa que estoy bien, aquí, con mi Alfa —dije, sonriendo y fingiendo un sonrojo—. De hecho, no es mi hermano, mas hemos crecido juntos y lo considero de mi familia.

—¿Cómo se llama y cuál es su ocupación?

Ya caíste, estúpido.

—Se llama Jereth, es un Beta y trabaja en los cultivos de girasoles.

—Entonces esta misma tarde lo podrás ver —contestó con una sonrisa.

—Gracias.

Luego de aquella charla, me abrazó, contándome los deberes que me correspondían como Omega del rey. Se suponía que las fiestas de los sábados debían ser organizadas por mí, los banquetes de fin de mes también; además, debía ser amiga de los Omegas de otros reinos y acompañarlo en los anuncios oficiales. Por otro lado, debía cumplir mi "principal función" en la temporada de celo y darle un primogénito antes de que cumplamos dieciocho años. Y no solo eso. También debía mantenerme bella y esbelta, así que tendré que seguir una dieta estricta ni bien mi cuerpo mejore.

Todo es tan absurdo...

—Entonces, el próximo sábado te presentaré ante la alta sociedad. Para eso, tendrás que encargarte de la organización de un banquete, claro, con la ayuda de las profesoras que te asignaré. Aprenderás todas las normas sociales; además, tengo entendido que tu don es el baile, así que sería lindo que preparases algo...

Ya no soportaba oír sobre todas mis obligaciones, por suerte, un golpe en la puerta lo calló, y el desayuno llegó. Para mí, una crema de zanahorias y una rodaja de pan de centeno; para él, unos panecillos de calabaza, fruta fresca y leche tibia.

Gracias, Luna, ya no aguantaba escucharlo. Toda esta vida me parece falsa y cruel. 

«La Omega del rey» •  [Historia original]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora