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Diario del rey —nota 9—:

"¿Por qué lo hiciste? Se supone que debías mantenerte a mi lado durante toda la velada. Quería presentarte y presumir tu belleza ante mis amigos, pero te ocultaste en el jardín y, cuando llegué, estabas con ese tal Jereth. No creo que lo consideres tu hermano".

El rey cumplió su promesa y trajo a Jereth. Como llevaba varios días sin verlo, lo extrañaba tanto, así que no pude evitar saltar a sus brazos ni bien llegó al salón de visitas.

—¡Te extrañé tanto! —le dije sin soltarlo, aunque luciera inapropiado.

—Yo también. Me tuviste muy preocupado los días en los que desapareciste. Por suerte, el rey dio un anuncio cuando te encontraron. Dijo que habías sido hechizada por la sacerdotisa del bosque.

—¡Qué hechizo ni qué nada! —exclamé en voz baja— Estaba huyendo de él.

—Lo supuse —reveló suspirando—. Te conozco lo suficiente como para saber que morirías antes que casarte con el rey.

—Bueno... Eso era antes —susurré—, pero ahora tengo un plan.

Pude notar en su cara que estaba confundido. ¿Cómo no estarlo? Hace unos días, estaba insultando a ese estúpido y huyendo, mas ahora tengo motivos para casarme.

—Escucha y no preguntes hasta que termine, ¿entendido? —Asintió. —Bueno, he decidido casarme para tener derecho al trono cuando el Alfa rey muera... Bueno, sé que si muere, yo también; por lo tanto, necesito que me ayudes. Debes ir a donde la sacerdotisa del bosque y pedirle dos cosas. La primera, que te transforme en un Alfa; la segunda, que yo deje de ser pareja destinada del rey, para ser la tuya.

—Entonces, su lobo morirá y nosotros...

—Sí.

—¡Brillante!, pero ¿qué haré para encontrarla?

—Ve al bosque, a lo más profundo y, cuando menos lo esperes, encontrarás una cabaña de madera. Ella estará ahí, esperando.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque ya estuve allí, mas no me atreví a entrar —dije, bajando aún más la voz. Por fortuna lo hice, pues alguien más entró al salón.

—Jimena, Jereth ya debe irse, tengo que hablar contigo —dijo esa voz ronca que tanto detesto.

—Sí, Gonzalo. —Abracé nuevamente a mi amigo y me despedí, regalándole un beso en la mejilla—. Te invitaré otro día, tal vez la próxima semana.

—Esperaré gustoso tu invitación. De seguro ya todo estará resuelto para ese entonces —contestó, con una sonrisa que iluminó su rostro. Sé que, aunque antes rechazó mis sentimientos, siente algo por mí, pues solo no quiso huir conmigo para que no muriese por la falta de mi destinado.

Después de que se retirara, llegó una Beta de finas prendas y mirada altiva. Lucía bella como si fuese una Omega, mas poderosa, como un Alfa. Además, noté sabiduría en su mirada.

—Ella es Sofía. Será tu maestra y te ayudará a organizar el evento del sábado —dijo algo animado—. Bueno, ahora las dejo para que se conozcan e inicien las lecciones. —Se acercó y besó mi mejilla delicadamente, demostrando que, al poner este evento en mis manos, me depositaba toda su confianza.

Te satisfaré por esta vez, maldito. Sin embargo, pronto acabaré con tu despótico reinado.

«La Omega del rey» •  [Historia original]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora