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Diario del rey —nota 10—:

"Sentir tus labios otra vez fue maravilloso, pero esta vez fue diferente. Por primera vez vi tus ojos brillar como estrellas y tus manos temblar, por primera vez sentí que tu corazón se aceleraba, por primera vez sentí que me amabas".

Faltaba un día para mi primer evento como Omega del rey, mi presentación ante la alta sociedad. Había estado trabajando duro con Sofía, así que confiaba en que todo saldría bien y que los "exquisitos" estándares de esa gente serían cumplidos. Realmente, en el fondo, estaba orgullosa de mi esfuerzo.

No obstante, me he decepcionado en otro aspecto. Sé que debo fingir que me estoy enamorando lentamente de Gonzalo, mas no he podido ser ajena a los sentimientos de mi loba. Cuando nuestros labios se juntaron por primera vez, hace dos días, ella se apoderó de mí. Comenzó como un beso tímido y corto, como un saludo o un agradecimiento. Luego, él buscó mi cercanía y, finalmente, terminé entre sus brazos, siendo cubierta por su aroma a menta y pistachos

Me repugna, me repugna totalmente. Estoy besando al hombre que dejó morir a tantos, quien se llenó de lujos, traicionando a su gente.

Sus manos sujetaban firmemente mi cintura y mis brazos rodeaban su cuello. Nuestros cuerpos estaban tan juntos que escuchaba los latidos de su corazón. Mi loba aullaba con emoción y el suyo contestaba de la misma forma. Todo era muy inocente. Nuestros besos eran juguetones y, de cierta forma, inexpertos.

¿No se suponía que el rey tenía un montón de amantes? ¿Acaso no era un experto en esto?

En mi caso, ya había besado a alguien previamente, a Jereth, fue antes de que cumpliéramos quince y descubriésemos que nunca podríamos ser pareja, pero solo fue una vez. Por lo tanto, no tenía mucha experiencia, al igual que el rey, quien era algo torpe. Sin embargo, añadía suficiente sentimiento a cada roce, volviéndolos detalles únicos. Era tan diferente de lo que creí.

Entonces, cuando se nos acabó el aire, nos separamos. Mi rostro estaba encendido en rojo y mis labios, hinchados. Él lucía casi igual que yo, incluso su cabello estaba más despeinado.

—Me alegra que seas mi Omega —susurró, acariciando mi mejilla.

Yo detesto que usted sea mi Alfa.

—Yo... siento que me agrada su compañía... —contesté tímidamente.

—No sabes lo mucho que he anhelado tus labios. Hace dos años, unos meses después de mi coronación, me enamoré de ti e hice todo lo que pude para poder verte.

—¿A qué se refiere? ¿Usted...?

—Tutéame, por favor... —insistió— Bueno, lo que pasa es que nunca he besado a nadie antes, pues decidí esperar a mi Omega, a ti. Le supliqué a la Luna para que fueras mi pareja, y aquí estás.

Ah, entiendo. Entonces, la diosa Luna solo escucha los pedidos de "su majestad". Con razón Jereth es un Beta, todo es obra de este maldito rey.

Gonzalo, no sé qué decir...

—No tienes que decir nada, tan solo estar conmigo.

En tus sueños.

—Intentaré permanecer a tu lado —contesté, fingiendo una sonrisa.

—Te amo —agregó con mucha emoción y volvió a unir nuestros labios.

«La Omega del rey» •  [Historia original]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora