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Diario de Jereth —nota 10—:

"Cueste lo que cueste, tendremos nuestra venganza".

—¿Qué?

—Te creo, Gonzalo. Jereth está dispuesto a todo para cumplir con lo que planeamos, incluso, aunque me duele aceptarlo, matar a los que se opongan —confesé en voz baja, acomodándome en la cama—. Sin embargo, todo es mi culpa. El plan fue mío y merezco pagar por lo que hice.

—Cariño... —dijo con suavidad, acariciando mi rostro— Esto no es tu culpa. Jereth tomó sus propias decisiones, no lo obligaste a nada.

—Si nunca le hubiese propuesto...

—No, basta. Si no lo hubieses hecho, vivirías llena de rencor y no estarías reconociendo tus errores como haces ahora.

—¿No me condenarás? —pregunté, sin atreverme a mirarlo a los ojos.

—Eres la reina Omega. Te casaste conmigo, así que tu deber es velar por la seguridad de todos los agustinos. Te necesito a mi lado.

Ayudemos a nuestro Alfa.

Sí.

No quería que Jereth fuera encarcelado; me ha apoyado y cuidado desde que tengo memoria, no sé si pueda hacerle eso. No obstante, el plan se salió de mis manos y, ahora, es un peligro para todos.

—Se supone que te pediría perdón esta tarde, pero como parte de un engaño. Jereth le pondría algo a tu té, para que fuese más sencillo matarte, y acabaríamos contigo —confesé.

—Si ya lo habías planeado, ¿por qué cambiaste de opinión?

—En parte fue por ti... Sin embargo, noté que su mirada no era la misma que antes... Me asusté, pues, por mi culpa, lo había perdido... —dije, algo asustada, con lágrimas a punto de brotar por la cólera— No lo reconocí... No es la persona de la que me enamoré años atrás...

—Tranquila —contestó suavemente, sujetándome entre sus brazos y liberando su aroma para calmarme. Realmente, de no ser por su presencia, ahora estaría perdida. Incluso, puede que no haya escogido estar unida a él, mas era lo que necesitaba. El destino nunca se equivoca—. Todo estará bien.

—Está infiltrado en el castillo —añadí, evitando romper en llanto—. Está usando un uniforme de guardia, aunque... no sé de dónde lo sacó.

En ese instante, unos golpes llamaron a la puerta, lo cual causó que Gonzalo me soltara. Era el general Arturo de las Rocas, quien traía noticias urgentes para el rey Alfa.

—Encontramos el cuerpo del guardia Dilan en el cobertizo del ala izquierda —informó—. Sus prendas fueron robadas y también su insignia del ejército de Agustina.

Jereth, ¿de eso fuiste capaz?

—¿Tienen alguna pista sobre quién fue el responsable?

—Encontramos unos restos de cabello negro, pero no tenían olor alguno. Suponemos que el responsable fue un Beta.

—Fue Jereth —aseguré.

—Al Beta Jereth no lo hemos localizado en el reino ni en el camino, tampoco en el bosque. Podría ser él, su majestad.

—Ayer fue a mi celda... Está infiltrado en el castillo.

—Entonces, debemos proseguir de inmediato y encontrarlo. Debemos bloquear todas las salidas y revisar a todos los guardias —dijo el general.

—Hay que realizarlo de una vez. General, reúna a todos los coroneles que se encuentren en el castillo a la sala de juntas. Hay que proseguir con discreción. Ningún guardia debe enterarse de esto hasta que sea el momento —ordenó el rey.

—Sí, su majestad.

Hizo un reverencia y se retiró de la habitación, dejándonos solos. Estaba apurado, dirigiéndose a cumplir con el imperativo, pues era de urgencia. Sin embargo, la preocupación se asomó por mis pensamientos. Me di cuenta de que Gonzalo me dejaría sola en un par de minutos. Y, sé que suena egoísta, pero necesito su cercanía, pues sigo débil.

—Tengo que ir —susurró.

—Todos te necesitan.

—Mandaré a un coronel para que te proteja. ¿Crees que estarás bien?

—Sí, no te preocupes. Ve —contesté, tratando de no sonar decaída— Y, por favor, no lo encierren. Quiero verlo antes de que lo juzguen.

—Lo entiendo... —respondió antes de besar mi frente con amor— Me encargaré de que puedas hablar con él.

—Gracias.

—Te amo, Jimena —confesó antes de retirarse y dejarme, finalmente, sola.

—Yo también te amo —contesté, a pesar de que ya no me pudo escucharme.

«La Omega del rey» •  [Historia original]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora