Diario del rey —nota 11—:
"Siento que podremos estar juntos y felices para siempre".
Llegó el día tan esperado. Mi vestido estaba listo y el traje de Gonzalo también; la mesa de aperitivos estaba perfectamente decorada; los mejores licores serían servidos en el momento; y los músicos más conocidos estaban acabando de prepararse. Sin embargo, quedaba la parte más difícil por cumplir: convivir en sociedad.
Según Sofía, debía seguir a Gonzalo en todo momento; él debía presentarme y yo no tenía permitido hablar hasta que me lo indicara. Siempre debía mantener una postura elegante y no debía ver a otros Alfas a los ojos. Además, debía seguir las normas al comer: no hablar con la boca llena, solo consumir bocados pequeños, no ser ruidosa y usar los cubiertos con propiedad. También debía ser amable con todos y, para eso, previamente, había memorizado los nombres, rangos y rostros de cada uno de los invitados.
—Te ves preciosa —me halagó, sujetando mi cintura—. El rosa te hace lucir como un ángel.
—También te ves muy guapo —contesté con un leve sonrojo.
Ugh.
—Ya es momento de que ingresen al salón —avisó Sofía, quien lucía nerviosa, diferente de su usual apariencia.
Gonzalo tomó mi mano con suma delicadeza, guiándome hacia el salón de eventos. Por un lado, me sentía confiada por todo el esfuerzo que usé para organizar esto. La decoración era recatada pero glamorosa; tonos marrones y rosados adornaban el escenario, causando una sensación cálido a la vista. Al igual que la música, pues era relajada, aunque no lo suficiente como para aburrir. Además, la comida lucía perfecta, hasta el mínimo detalle, tanto el olor como la apariencia y el sabor. Por otro lado, me sentía muy nerviosa, pues temía arruinar todo. Sin embargo, el suave tacto de sus manos impedía que mi miedo creciera
—No te preocupes, les encantarás, así como a mí —me susurró, luego de sentir a mi loba removerse.
—Eso no me preocupa, soy muy agradable. Lo que temo es hacer el ridículo si es que olvido algún nombre o cuál cubierto usar. ¡Oh! Y si fallase en el baile que preparé, sería peor —le confesé en voz baja.
—Lo harás bien, confía en ti —me dijo. Luego, realizó una pequeña pausa, admirando mis ojos, y prosiguió—. Cuando mis padres murieron y llegó la crisis de las cosechas, creí que perdería todo, que me quedaría sin reino. No obstante, sobrevivieron varios y los nobles no me dieron la espalda. Entonces, comprendí que las cosas nunca salen tan mal si tenemos a la gente correcta de nuestro lado.
¿Sobrevivieron varios? ¿De esa forma vio ese infierno? Murió demasiada gente...
Quise preguntarle más sobre la crisis, mas ya estábamos en medio del salón, en frente de toda esa gente. Inclusive mis padres estaban entre el público y, sorprendentemente, Jereth también. Debía olvidar la reciente charla y enfocarme en el momento.
Suspiré y caminé lentamente, ignorando los aplausos y concentrándome en la calidez que mi destinado transmitía. El momento había llegado.
—Buenas noches, damas y caballeros. Esta noche nos honra presentar a la Omega del rey Gonzalo de Agustina, Jimena, quien nos deleitará con un baile, el cual aperturará este evento —anunció Sofía.
Entonces, mi mano fue liberada y la música empezó a sonar. Conecté mi mente a la melodía y al ritmo, así volví a la vida, bailando. Bailé dejando salir mi confusión, mi furia y mis otros sentimientos, los que, lamentablemente, debían permanecer ocultos. Me fundí con cada nota musical, tan delicadas, y volé como el polvo, hacia el bosque. Me sentí libre, como un ave, y mágica, como un hada. Sentí que nada podría detenerme y recordé mis propósitos. Este día sería el inicio de un cambio, el día en el que los nobles conocerían a su destructora y los pueblerinos, a su salvadora.
Finalmente, cuando la música se detuvo, alcé la mirada y me enfoqué en sus ojos verdes, en los ojos de mi destinado. Él me sonrió y yo le respondí. De repente, una horda de aplausos se hizo presente y supe que lo había logrado, había logrado el primer paso de mi plan.
Maldito rey, no sabes todo lo que te espera.
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«La Omega del rey» • [Historia original]
RomanceUn Omega debe someterse a su Alfa, ser sumiso y brindarle descendencia. Además, cada Omega está atado a su Alfa desde que la Luna los une, así que las parejas predestinadas son anunciadas cada año nuevo lunar. Sin embargo, cuando Jimena se entera de...