Esto tenía que ser una broma. Mi vida tenía que ser una broma de muy mal gusto. Es como si el mundo diera vueltas sin parar para repetir la misma desgracia una y otra vez. Sin embargo, no entiendo por qué Gonzalo no hace nada. Está sentado, viendo cómo su primogénita baila con el hijo del Beta que intentó matarnos. No sé qué está pensando, pero su mirada luce tan neutra que estoy segura de que no intervendrá.
—¿Harás algo? —pregunto aunque conozco la respuesta.
—¿Qué podría hacer? —dice mientras bebe del vino del brindis.
Ugh.
—No lo sé. Tú eres el rey Alfa, ¿qué podrías hacer?
—No te pongas así que sabes que no es tan sencillo —suelta con brusquedad. Esto me sorprende, ya que usualmente se muestra calmado. Pocas veces se enoja, pero esas pocas son de temer—. Si lo mando a matar, Luna también morirá. Si anuncio que el trono lo tomará nuestro segundo hijo, será un escándalo que podría afectar la estabilidad del reino.
—Y si...
—No romperemos el lazo que los une —me interrumpe—. Creo que ya sabes el porqué.
Por alguna razón, siento que está descargando su ira conmigo. Es como si su mirada y sus cortos argumentos fueran una manera de soltar todo lo que nunca me dijo. Bueno, no me quejo. Es mi culpa que esto pasara. Yo puse en acción el plan para matar al rey, yo permití que Jereth ingresara al castillo y descubriera magia que nunca debió conocer. Ahora, lo que sea que esté planeando su hijo es consecuencia de mis errores pasados. Y, lamentablemente, Luna está en medio de esto.
¿Qué podría hacer para cambiar la situación?
Dirijo mi atención hacia mi hija. Ella luce tan bonita en su vestido rosa y se mueve con gracia. Sin embargo, en vez de disfrutar de la noche con su destinado, mantiene su vista fija en mí. Sabe que estoy nerviosa, que no me gusta Jeremías, mas no se atreve a preguntar por qué.
—Primero tendrán que vivir con nosotros en el castillo —comenta Gonzalo—. El chico debe recibir asesorías sobre la posición que tendrá. Luego se casará con Luna y será príncipe de Agustina. Tendrán que mudarse para que tengan privacidad. Me parece que les gustará el castillo de otoño. Luna me dijo que querría vivir ahí con su Alfa.
—¿Tan siquiera te estás escuchando?
—¿Y tú te estás escuchando? Tu aroma alterará a nuestros hijos y, si insistes en hacer algo en contra de Jeremías, todo podría salirse de nuestras manos.
—No quiero hacer nada en contra de él —me defiendo—. Solo quiero que mi hija esté a salvo y que tú también lo estés. Si lo que Jereth dijo se cumple, de seguro acabaremos muertos y ese chico tomará el trono. Debemos pensar en algo que...
Madera húmeda y trigo recién cortado... Huele como él cuando fingió ser Alfa.
—Sus majestades, —Llega Jeremías de la mano de su Omega. —Luna dice que desea regresar al castillo.
—Supongo que vendrás con nosotros —suelto fingiendo una sonrisa—. Lo mejor sería que empacaras algunas prendas.
—Y trae a tus padres —interrumpe Gonzalo con el ceño fruncido—. Me gustaría charlar con ellos antes de irnos.
Espera, ¿qué?
El pelinegro baja la mirada algo apenado, aunque luego la vuelve a subir. Sus facciones lucen tan estáticas que podría decir que no siente nada. Sin embargo, sus ojos mantienen el mismo brillo extraño de antes.
—Ambos están muertos —confiesa sin cambiar de expresión.
—Lo lamento —dice Gonzalo, aunque sus palabras son vacías.
—No se preocupe, su majestad. Creo que solo iré por mis cosas.
—Claro. —Fuerza una sonrisa. —Puedes ir.
Entonces, luego de que el joven se perdiera entre la multitud, Luna decide hablar.
—Está mintiendo.
:)
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«La Omega del rey» • [Historia original]
RomanceUn Omega debe someterse a su Alfa, ser sumiso y brindarle descendencia. Además, cada Omega está atado a su Alfa desde que la Luna los une, así que las parejas predestinadas son anunciadas cada año nuevo lunar. Sin embargo, cuando Jimena se entera de...