Han pasado varios días desde esa charla con mi madre, mas aún no la olvido. Desde esa noche, se esforzó para acompañarme en cada paso de la preparación para la boda. Estuvo a mi lado en la prueba del vestido y me ayudó a escoger el sabor del pastel. También se ha esforzado con mis hermanos menores. A veces sale al jardín junto con ellos y les lee cuentos en la noche. Se nota que la alegría y el cariño empiezan a gobernar en el castillo.
Por otro lado, mi padre y la señora Sofía se han encargado de instruir a Jeremías. Le explican sobre los deberes de ser un príncipe y su nuevo rol en el reino. Según él, todo es tan asfixiante que no entiende cómo no hemos enloquecido. Yo solo puedo reír con timidez y contestar que es la costumbre; sin embargo, lo entiendo completamente. Uno nunca se acostumbra a no tener vida privada. Todo lo que hacemos impacta en cientos de agustinos, así que cargamos una gran responsabilidad sobre nuestros hombros.
Y, cuando sea reina, habrán más deberes que cumplir.
A veces, los pueblerinos envidian nuestras vidas. Piensan que todo es diversión, gastos, fiestas, cenas, sonrisas y amor, mas están muy equivocados. Cada acción, cada decisión, hasta la forma en la que miramos al resto, es para mantener la estabilidad en el reino de Agustina.
—Luces hermosa —dice una voz a mis espaldas—. Sin duda eres una princesa. —Sonríe apoyándose en el marco de la puerta de mi habitación.
—¡Jeremías! ¡No puedes estar aquí! —exclamo sorprendida justo antes de levantarme para sacarlo fuera de la habitación— ¡Es de mala suerte que veas a la novia con su vestido antes de la boda!
—Eso no es verdad —se queja intentando que no lo bote.
—Por favor, ándate antes de que llegue Sofía o mi mamá. —Hago un puchero inconscientemente.
—Está bien. —Rueda los ojos con diversión. —Te veo en la ceremonia entonces. Sé que te robarás todas las miradas. —Luego, hace una pequeña reverencia y se retira.
Finalmente puedo respirar con tranquilidad para esperar a la Beta que me peinará. Sin embargo, en el fondo, los nervios no se van. Camino de un lado a otro pasando mis dedos entre mis cabellos rubios y deteniéndome de vez en cuando para verme en el espejo. El vestido es tan pomposo y blanco que parezco un pastelito. Además, el collar plateado combina a la perfección con mis ojos. Todo luce tan de ensueño que no puedo creerlo.
—Omega Luna —saluda Sofía mientras llega junto con mi madre—, es momento de terminar con su peinado. Los invitados llegarán pronto.
¡Qué nervios!
—Todo estará bien, cariño —me consuela mamá con una sonrisa que no parece sincera—. Te casarás y, luego, tendrás una hermosa vida en el castillo de otoño.
Hay algo más que oculta, pero... ¿qué es?
—¿Hay algo que deba saber antes de la ceremonia? —pregunto sin miedo mientras me siento en frente del tocador. En eso, Sofía prepara las ligas y los ganchitos de plata.
—Solo... —se detiene por unos segundos, pensando en si hablar es lo correcto— Solo no confíes ciegamente en nadie y recuerda que, antes que nada, debes seguir las órdenes de tu padre.
—No te preocupes. —Sonrío. —No ha pasado ni un día en el que no haya cumplido. Sé cuál es mi deber.
Tener poder es peligroso, en especial, si la persona que amas quiere arrebatártelo.
Por cierto, si ven Girls Planet 999, voten por Hikaru y Xiaoting.
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«La Omega del rey» • [Historia original]
RomanceUn Omega debe someterse a su Alfa, ser sumiso y brindarle descendencia. Además, cada Omega está atado a su Alfa desde que la Luna los une, así que las parejas predestinadas son anunciadas cada año nuevo lunar. Sin embargo, cuando Jimena se entera de...