37. Herencia

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Las noches en Rivershire eran un espectáculo sin importar la estación en la que estuviesen

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Las noches en Rivershire eran un espectáculo sin importar la estación en la que estuviesen. Ahora, bañada de blanco por la nieve, la ciudad estaba envuelta en una extraña tranquilidad que precedía esos tiempos de tormenta. Iluminada por la hora dorada gracias al sol que ya se ocultaba detrás de las montañas, Rivershire parecía cantar por si sola con el ruido de una ciudad viva, con villancicos que llenaban sus calles, con el tintineo de las campanas y panderetas, la risa de los niños emocionados por la pronta navidad y la algarabía contagiosa. La nieve de blanco perlado brillaba y relejaba las luces de navidad de las tiendas, y que en cierta manera a Enzo le recordaban la forma en la que las pocas que habían puesto en casa se reflejaban sobre la piel de Rezza cuando se sumían en la oscuridad del salón, sólo con lo tenue de las luces iluminándole a él como si su presencia les atrajese.

La gran construcción de Los Pinos Susurrantes se alzaba frente a ellos, una enorme casona señorial a los bordillos del bosque en la zona de Acker Court, uno de los distritos cercanos al centro con gigantescas construcciones que aun mantenían los cimientos originales, calles que recordaban aquellos tiempos de antaño con adoquines y casonas aquí y allá, en medio de la calle moderna o así como esa, a las orillas del bosque que estaba en medio de la ciudad demostrando como la naturaleza reclamaba su sitio. La preciosa construcción funcionaba como salón de eventos, la entrada era un patio gigantesco con una rotonda y detrás de las altísimas paredes de aquella casa, un patio trasero era aún más llamativo con sus laberintos de setos y sus fuentes congeladas que parecían interminables. Enzo sabía que alquilar un lugar así era carísimo, pero Los Pinos Susurrantes también era un museo abierto al público pues era patrimonio de la ciudad al haber sido, de hecho, la casa original de Henry Acker, así que aunque no pudieses alquilarla como salón de eventos siempre tendrías la oportunidad para conocer sus pasillos y habitaciones de forma gratuita.

Era extraño admirar su belleza y conocer su longevidad, ver sus largos pilares de mármol y sus ventanales antiguos iluminados por los flashes destellantes de los reporteros que afuera recibían a las personalidades de Rivershire. Era abrumador el contraste de épocas, pero más abrumador resultaba saber que era el camino por el que tendrían que pasar para entrar, estaban repartidos por toda la entrada principal, fotografiando los autos que llegaban y haciendo sesiones de fotografías a aquellos con caras conocidas cuando subían las escalinatas hasta la puerta.

Sin embargo fue mejor de lo que imaginó. Ninguno de los dos se avergonzó de bajar del auto juntos, ni de ir del brazo cuando cruzaron las escalinatas hacia la entrada y las cámaras les capturaron, al comienzo flojas y descuidadas como si solo estuviesen en la obligación de tomar fotografías de todos y ya estaba, pero alguien había señalado a Enzo como "el detective a cargo del caso de El Artista", y los periodistas se volvieron locos. Aun así las cosas fueron llevaderas y Rezza para su propia sorpresa no se abrumó como esperó, estuvieron dentro más pronto que tarde y un trabajador del lugar les guio por la entrada hasta el salón principal, dónde ahora esperaban entre murmullos y música instrumental.

El lobo que deseaba salvar a una mariposa herida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora