DOLOR

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Quiso haber pensado que el dolor era soportable, quiso poder decir que aquello no era nada.

De verdad que quiso.

Pero la verdad era que no podía, que hablar sobre eso, pensar en aquello...era imposible. Era mentira. Jamás había sentido un dolor tan grande, insoportable, algo que le desgarraba por dentro. Porque el dolor no era solo físico, además, era muy dentro de él, su espíritu, su mente, su alma.

Primero, cuando llegaron, pensó en que luchar era la única manera de sobrevivir. Lo intentó, él quien nunca fue asiduo de la violencia física, quien se fue por una sola razón, quien abandonó a su gente solo para estar lejos de ser un soldado. Aún con todo eso peleó.

Luego, cuando estaba de rodillas al suelo con manos fuertes jalandole la vida por detrás, supo que luchar era en vano. La esperanza se le esfumó al instante que su rodilla tocó la tierra manchada de sangre, y luego el dolor...El maldito dolor que le cortó el aire.

Fue como si le arrancaran algo de muy dentro, como si hubiesen tirado de sus órganos y junto a ellos se llevaran su espíritu y sus ganas de sobrevivir. No estaba muy lejos de la realidad, le estaban quitando su espíritu, su razón de ser. Se sintió desamparado, roto y perdido cuando lo empujaron lejos, cuando decidieron que él ya no valía nada y que hacerle algo más era inútil porque al fin y al cabo, terminaría muriendo de todas formas ¿y no era mejor castigo morir en agonía, que ser misericordiosos con una muerte rápida? A él le entregaron la muerte en agonía.

Su espalda ardía, quemaba al rojo vivo y sentía como si la piel se le cayera a jirones, a pedazos. Estaba entumecido, sufriendo, vuelto un manojo de tierra, sangre y muerte inminente.

Al final, cuando solo escuchaba alaridos y sollozos en el campo de la batalla, cuando los monstruos se habían ido, dejándolos destrozados y destruidos, envueltos en muerte y destrucción, se permitió dejar correr las lágrimas por su rostro. Quemaban la piel de sus mejillas, fundiéndose con el barro bajo él, con la sangre y con los trozos de esperanza que le habían arrancado.

Todo había terminado ¿qué razón tenía para vivir? No había nada, no quedaba nada luego de eso, no le quedaba nada.

Le habían quitado todo.

El lobo que deseaba salvar a una mariposa herida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora