25. A la deriva

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La Reserva Natural de Rivershire era aquello que había quedado de la gran deforestación que ocurrió para construir la ciudad

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La Reserva Natural de Rivershire era aquello que había quedado de la gran deforestación que ocurrió para construir la ciudad. Se había tenido que resguardar para así cuidar la flora y la fauna del lugar, y junto a ello: un nuevo cuerpo.

Había poca conglomeración de personal cuando llegó, quizás se debía a lo temprano que era o lo lejos que estaba, pues la escena del crimen era a la orilla de uno de los ríos que cruzaba la reserva, muy al fondo en el área de campistas. Ahí iban de nuevo, otro cuerpo. Al menos no se veía nada extravagante a simple vista.

Y joder, hacía un frio terrible.

Cuando salió del auto, fue Lucas quien se le acercó. Radiante, abrigado y sonriente, como siempre era Lucas.

—Buenos días, Enzo—saludó cordial, casi parecía estar saltando en una pierna ¿siempre se veía así? —. Mussali ya llegó, y Rezza también. Sígueme. Nuestra víctima se llama Arianne Remington, de treinta y un años de edad. No sabemos que pueda ser, no hay nada que lo demuestre a simple vista. El capitán aún no llega. La encontraron unos campistas, están por allá —comentó señalando hacia una ambulancia —. No he hablado con ellos ¿Se los dejo a ustedes?

—Por favor, Lucas. Muchas gracias —agradeció Enzo. Rezza hizo una mueca ¿por qué Enzo tenía que ser tan amable con el brujo ese?

El pensamiento simplemente desapareció de su mente cuando llegaron a la escena. Rezza por supuesto ya estaba ahí, agachado dentro de...bueno. Había un pequeño barco atracado a un lado del rio y dentro de éste estaba el cuerpo: era una mujer, rubia y hermosa, recostada sobre el suelo de la barcaza, cubierta de hojas secas. Llevaba un vestido ligero de color azul marino, botines de tacón y...nada más. Era simple, simple y muy bonito.

—Debo admitir que no es lo que esperaba luego de la vez pasada —confesó Enzo, cruzándose de brazos —

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—Debo admitir que no es lo que esperaba luego de la vez pasada —confesó Enzo, cruzándose de brazos —. Esto es simple.

—Pero concreto ─murmuró Rezza, sin levantar su vista —. A veces en la sencillez está la perfección. Buen día. Ya leí la carta, estaba sobre su pecho. Lucas, dásela.

Enzo ya estaba colocándose los guantes e inclinándose para tomar la carta que Lucas ya le estaba pasando y poder leerla en voz alta para todos, aunque ya la hubiesen leído. Ansioso. Cada cuerpo de El Artista era un reto personal para él.

El lobo que deseaba salvar a una mariposa herida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora