30. Salmos (Parte 1)

6.2K 684 834
                                    

12 horas desaparecido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

12 horas desaparecido

—No lo entiendo.

El bufido de Enzo pudo haber hecho que toda la sala retumbase, pero solo causó angustia en el pecho de la náyade. El capitán de mantuvo impasible, mirando hacia el otro lado del cristal donde el sospechoso esperaba pacientes y alegre. Alegre. La mejor de las palabras y la que menos definía lo que los presentes sentían, pues el ambiente en la sala era pesado y agrio, como si sobre el pecho de cada individuo estuviese una piedra que no podía ser movida.

—No sé qué esperamos para entrar ahí —enfatizó el lobo —. Necesitamos actuar rápido, o él-

—Está ahí sentado. No hará nada —dijo Sutton con seguridad —. Además, dijo tener citas para hoy. Mientras más tardemos, más se estresará. Hagámoslo esperar más. Necesitamos romperlo. Una vez lo rompamos hablará.

─Dudo que a ese hombre algo pueda romperlo ─jadeó la náyade. ─. No se inmuta por nada. Hemos intentado de todo, y aun así se niega a conseguir un abogado. Actúa como...está tan seguro que no tiene nada que esconder.

—Ya han pasado 12 horas, capitán —bramó el lobo, inquieto. Su pie repiqueteaba contra el suelo, sus manos en su barba rascándose insistentemente. Nervioso, al punto del colapso—. Se nos va el tiempo entre manos y me está costando demasiado no entrar ahí y arrancarle el cuello de un mordisco. No tenemos tiempo como para desperdiciarlo así.

El capitán negó.

—El tiempo es lo de menos—dijo, cruzado de brazos—. Hay que saber esperar.

—¡¿Y esperar a que aparezca muerto!? ¡Y no pongan de excusa que no puede hacer nada estando ahí! ─gritó, señalando el cristal. Sus ojos brillaron en ámbar, y sus colmillos se desplegaron por la furia. Estaba tan fuera de sí que sabía que era capaz de cambiar sin poder controlarlo ─. Porque ya ha sabido jugárnosla. Y no quiero que nos la juegue con esta. No puede jugárnosla con esta.

El capitán suspiró, negó una y otra vez.

─Todo va a salir bien. Tienes que confiar en nosotros, Enzo ─pidió, en una mezcla extraña de seriedad y preocupación ─. Jacobson va a caer, no hay escapatorias.

Pero Enzo no podía calmarse.

─¿Y cuantos más tienen que caer antes de que ese hombre lo haga?

─¿Y cuantos más tienen que caer antes de que ese hombre lo haga?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El lobo que deseaba salvar a una mariposa herida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora