28. Inefable

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Enzo dejó que las manos de Rezza paseasen por su torso mientras su camisa se deslizaba lejos hasta el suelo

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Enzo dejó que las manos de Rezza paseasen por su torso mientras su camisa se deslizaba lejos hasta el suelo. Dejó que el hada se sentase en su regazo y besara su cara con ternura, logrando bajar el estrés y la furia tan rápido que incluso el lobo se sorprendió de su habilidad para calmarlo. Sabía que Rezza tenía demasiado poder sobre él, pero aún le causaba impresión cuán grande era ese "demasiado". Dejó que Rezza, en silencio, se acurrucase sobre él, en su pecho, en la oscuridad y privacidad de su habitación luego de aquel día. Y todo parecía perfecto. Solo había algo mal ahí: el olor.

El olor de un omega se tragaba casi todo en su departamento, invadiendo el olor de su hada. Enzo necesitaba olerlo cerca para calmarse, así que decidió ser él quien acurrucaba su cara en el cuello contrario para poder capturar el olor de Rezza más de cerca, ganándose escalofríos y un jadeo que lo hacían sentir mejor.

─Prométeme que tendremos vacaciones una vez resolvamos este caso ─susurró Enzo, raspando su nariz contra la piel de su pareja.

─Nos iremos a Bora Bora a pasar el verano si eso quieres ─le contestó con una sonrisa. ─. Hawái, El Caribe, tu dilo e iré contigo.

─¿Te apetece las costas de Sicilia y luego un sano paseo por Santorini?

─Me apetece cualquier cosa contigo, en realidad ─confesó─. Aunque las costas de Sicilia... ¿me hablarás en italiano todo el viaje?

Se questo è ciò che il mio amore voule.

Ambos rieron, pero fue una risa de estas suaves y tranquilas, llenas de cariño y a su vez de cansancio. Enzo alzó la cabeza para besarlo en los labios, permitiendo que Rezza se abrazase a él y rodease su cuello mientras él presionaba con ganas sus dedos contra las caderas delgadas del hada. Amaba tanto besarlo, saborearlo, olerlo, tocarlo, sentirlo y quererlo. En especial ahora que sentía algo más de carne en su cuerpo, que podía sentirlo sano y oloroso a él. Era lo mejor.

─Ve a ducharte ─murmuró Rezza contra sus labios─. Usa el agua caliente. Relájate un poco mientras te hago algo de comer.

─Dúchate conmigo ─pidió, quejica, mordisqueando sus labios con insistencia. Rezza negó ─. Por favor, me hace falta un masaje.

─Atrevido. Tenemos visitas en la sala.

─¿Atrevido? Solo estoy pidiendo un masaje para bajar mi estrés. Soy inocente.

Rezza le dio un golpesito en el pecho y, con los labios inflados, los pegó contra los de Enzo una vez más en un beso casto y rápido. Enzo ahogó la risa, retumbando en su pecho.

─Hay una bolsa congelada con corazón e hígado en el refri. Concédeme el deseo ─pidió, besándole la frente. ─. Para ti toma lo que gustes, estás en tu casa.

Rezza se bajó del regazo del lobo y se sacudió la ropa. Estiró sus mangas y dejó a Enzo en la habitación para que se duchase mientras él se iba a preparar algo decente de comer. No era un chef experto, pero sabía defenderse.

El lobo que deseaba salvar a una mariposa herida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora