6. La Torre de Babel

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Bajo la luz solar, Rezza se veía...divino. Pero no un divino en esa manera, sino más bien un divino sagrado; era como si un Dios hubiese bajado desde los cielos, bañado en el dorado del sol y se hubiera parado frente al cadáver en el suelo. Bueno, era una comparación extraña, pero fue lo primero que a Enzo se le vino a la mente cuando cruzó la cinta perimetral y entró a la escena. Rezza ya estaba ahí, pero no agachado como usualmente lo encontraba: estaba de pie, mirando el cadáver, el sol inclemente del medio día iluminando destellos de magia feérica en él. Y se veía...molesto, aunque ¿Cuándo si no?

—¿El cadáver te ha jurado contarte un chisme y se ha muerto antes de que te lo contase? —preguntó para romper el hielo, oyó a Kali suspirar con decepción —. Para que le mires así...

Rezza negó, ignorando el comentario estúpido del lobo en lugar de criticarle (¿eso era posible acaso?), señaló el cuerpo como si sus pensamientos estuviesen plasmados en la sangre y la carne muerta, pero ni Kali ni Enzo entendían a que se refería Rezza. No hasta que vieron con más detenimiento.

Múltiples puñaladas, la gran cortada en el pecho, las laceraciones...

—¿Un asesino serial en Rivershire?—bramó Kali en voz baja. —. Lo que nos faltaba.

—Mismo modus operandi —comenzó a explicar Rezza como quien saliese de un trance, rompiendo su postura para agacharse y toquetear el cuerpo al señalar todo lo que nombró —. Gabriel Memphis, veintitrés años. Más de cinco puñaladas, una cortada profunda, las heridas por tortura en sus brazos, laceraciones por soga; aspecto general: descuidado, sucio, roñoso...pero con ropas de alta calidad.

—Y perfume caro —agregó Enzo, olisqueando el aire —. Lo huelo desde aquí.

—Yo también —admitió el hada —. Lo bañaron en el, quizás pensando que era mejor que bañarse con agua. Como sea, es un drogadicto: ese de allá es su bolso, hay papel para rolar, pipas de bambú hechas a mano (¿quién se toma la molestia?), y bolsas de drogas que no quiero ni saber el nombre, pero que lastimosamente sé. Es el mismo modus, no hay duda. Es la misma...cosa.

—Hay algo que no entiendo de esta manera de asesinar —confundida, Kali se cruzó de brazos—. Los tortura...

—La piel de esas hadas de pacotilla es venenosa, les encanta ver a sus víctimas sufrir. Es normal que torturen.

—¿Y por qué lo visten bien cuando abandonan su cuerpo?—preguntó entonces —. Eso es lo que no cuadra del todo.

Rezza sonrió con dolor, más bien una sonrisa lastimera y negó.

—Hay muchas cosas de estos asesinatos que no entiendo —confesó con un bufido —. Lo único que sé es que si continúan...entonces va a comenzar un rumor y asesinos que no quiero meterán sus narices aquí. Tengo que encargarme de esto cuanto antes. Largo, tengo que seguir trabajando, a penas vuelva a la morgue haré la autopsia, no puedo darme el lujo de tardar.

El lobo que deseaba salvar a una mariposa herida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora