CÓMO VIVEN LOS ÁNGELES

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¿Cuánto es?

El rubio sintió el olor a cigarrillo de inmediato y la colonia cara incluso antes de girar a ver al hombre parado en la boca del callejón. Iba de gabardina, con un cigarrillo en la mano ¿un hombre como él buscando un prostituto? No podía creerlo.

Cien —mintió, doblando el precio solo por lo bien vestido que estaba él. Era un hombre de dinero, podía pagar lo que fuese.

¿Eso es lo que él debía pagarte?

Es lo que me merezco —respondió algo intimidado. Aquel hombre imponía respeto, con la cabeza en alto y su pinta de caro, con las sombras de la noche sobre él. — ¿Qué desea, señor?

El hombre jugó con su cigarrillo entre sus dedos antes de llevarlo a su boca y darle una calada.

Ven aquí.

El rubio avanzó, y el olor de la colonia se hizo más fuerte frente a él. Y pudo observarlo mejor, y aun con las penumbras en su rostro el hombre se veía atractivo, con pómulos sobresalientes y una barba cuidada, el cabello oscuro peinado hacia atrás. Era como esos hombres que el rubio solo veía en películas, actores bien parecidos, u hombres de negocios que jamás irían a un callejón de mala gana por un prostituto.

Lo tomó del rostro, sus manos eran callosas y duras pero el toque fue delicado y suave. El ángel se sintió protegido, pero seguía temeroso, nervioso ¿Cómo podían dos sentimientos así estar juntos?

Te ha dejado un moretón —presionó su pulgar contra el hematoma, el ángel no lo había sentido hasta que éste lo tocó, justo en su pómulo. Se quejó, intentó apartarse, pero el hombre no lo dejó —. ¿Cómo te llamas?

Ithuriel, señor —respondió, mirando hacia arriba para poder tener una buena visión de él. El hombre era tan alto y él tan pequeño que tenía que levantar la vista unos pocos ángulos.

Tu nombre real.

Ithuriel —repitió.

No podía responder otra cosa. Ahí, en la calle, ese era su nombre. El otro lo guardaba celosamente, temiendo que su vida terminara por destruirse si se atrevía a abrir la boca.

La sonrisa ladina del hombre movió cosas en Ithuriel que ni él sabía que podían ser movidas.

Cara de ángel, nombre de ángel.

—Sígueme —demandó con su voz gruesa y madura, firme. Ithuriel jamás pensó en decir que no. Caminó detrás de él cuando avanzó fuera del callejón.

¿A dónde, señor?

No preguntes, Ithuriel —replicó. —. Solo ven. Nunca me lleves la contraria, nunca me pongas en duda. Cuidaré de ti, pero no debes hacer preguntas.

¿Y qué debo hacer entonces?

Tuvo que preguntar, aunque ¿qué más haría una persona como él? Un joven prostituto solo debía usar su boca y abrir sus piernas para quien quisiese. Para hombres como ese. En especial como ese.

Lo único que sabes hacer, Ithuriel —murmuró con su voz rasposa —. Ser un buen niño para papi.

 Ser un buen niño para papi

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CÓMO VIVEN LOS ÁNGELES

          En esas calles frías y desoladas, dónde la rancia y vil humanidad comienza a olvidarse entre las rodillas heridas y las almas que van al suelo con cada noche de trabajo, un ángel quiere surgir

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          En esas calles frías y desoladas, dónde la rancia y vil humanidad comienza a olvidarse entre las rodillas heridas y las almas que van al suelo con cada noche de trabajo, un ángel quiere surgir.

Tiene las alas rotas y todo un futuro por delante, pero incapaz de emprender vuelo y escapar de aquel sitio donde la humanidad despedaza poco a poco su inocencia, un ángel debe aprender a vivir entre la maldad y hacer su propia vida en un mundo podrido hasta el tuétano. Lo que el ángel jamás creyó es que sería salvado por un demonio...o simplemente cayó en un infierno peor, pero ¿Qué más daba? Deseaba ser corrompido siempre y cuando involucrase a un demonio de cabello oscuro y barba recortada, un demonio que fuese a su llamada cada vez que el gritase su palabra favorita.


Ithuriel es un joven prostituto que decidió buscarse la vida para sobrevivir, lanzándose a un mundo de perversiones en las que conocerá a alguien que le hará preguntarse si está en el cielo, o en el infierno mismo.

Ithuriel es un joven prostituto que decidió buscarse la vida para sobrevivir, lanzándose a un mundo de perversiones en las que conocerá a alguien que le hará preguntarse si está en el cielo, o en el infierno mismo

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