15. Narciso

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No pensó volver a ese lugar tan pronto, no luego de que el anterior caso también hubiese comenzado ahí. O al menos cerca. Enzo respiró hondo, dejando que el aire salado del mar impregnara en él. Ah, no podía quejarse, le gustaba mucho estar ahí, pero era una coincidencia perturbadora. Aunque esta vez no era una escena del crimen, sino que un cuerpo había sido encontrado por los pescadores de la zona, y cuando el deber llamaba había que obedecerle.

Kali salió del auto detrás de él, pasándose el cabello detrás de la oreja. El día estaba nublado, las nubes grises se cernían sobre sus cabezas y se percibía la humedad en el aire, anunciando que pronto llovería, pero ni una sola gota caía aún, esperaban que aún no lo hiciese. Sin embargo y pese a todo, era un buen día, pues aunque días ya habían pasado desde el anuncio de la tregua rota al fin tenían buenas noticias: el cazador que las hadas habían atacado, el que era hijo de la cabeza del clan, estaba fuera de peligro. Vivo, sano y salvo. Y eso significaba que no habría una guerra que explotar.

—Pero esa hada loca sigue suelta —dijo Kali, continuando con la conversación que antes tenían en el auto, Enzo entornó los ojos—. Digo, eso es malo todavía.

—Todos los cazadores de la ciudad la están buscando. Venga, tarde o temprano la van a atrapar.

—Y la opinión sobre las hadas no es la mejor últimamente —continuó agregando la náyade —. Estamos teniendo un gran caso de xenofobia aquí solo por un par de individuos.

—Se les va a pasar, esto es momentáneo —espetó Enzo, acercándose por fin al sitio donde los pescadores y demás peritos policiales esperaban —. ¿Recuerdas cuando el viejo nos contó sobre este problema que hubo con los íncubos en los años 80? Y ahora nadie lo recuerda.

—Enzo, los íncubos literalmente proliferaron las ETS con la explosión de actividad sexual que originaron.

Enzo bufó, exasperado por la mala vibra de su compañera.

—Kali, estoy tratando de calmar las cosas aquí —hizo señas con sus manos, señalando el suelo como clara señal para él de que eso definía "Todo" —. Deja de arruinarlo.

—Hombre, que odian todo lo que tenga que ver con hadas ¡Y eso me incluye a mí!—ahora ella fue quien se señaló—. Que solo porque soy una náyade, parientes lejanos de las hadas, ya mágicamente creen que soy una. No tengo alas, tengo escamas. Y si me molesto pueden ser tan filosas como un cuchillo y hacer crecer unos colmillos muy grandes.

—¿De casualidad te ha bajado la regla? Te noto alterada.

Kali le detuvo, alzando su dedo índice en el aire, abrió la boca indignada.

—¿Eso fue un comentario machista? —preguntó, alzando la ceja.

—Si —dijo, obvio, deteniendo su caminar y parándose con las manos en las caderas —. Definitivamente lo fue.

El lobo que deseaba salvar a una mariposa herida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora