5. Condiciones de existencia

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Con el vaho fundiéndose en el viento frente a todos los ciudadanos de Rivershire aquella mañana, protegidos con sus mejores y más gruesos abrigos mientras el clima nublado y frio tan común de la ciudad atacaba las calles, el mundo despertaba poco a poco, autos y transeúntes, cafés y tés en manos, y una nueva escena del crimen alzándose en plena calle. Aquellos eran los día a día en Rivershire, y la muerte que se presenciaba en la ciudad no era más que la cotidianidad para Enzo, quién arribaba a la escena junto a su fiel compañera para afrontar los crímenes.

Podría sonar extraño, pero si tenía que elegir prefería esos crimenes al aire libre y bien temprano, amaba la manera en la que el frío buscaba hacer mella en él escudriñándose en sus huesos y picando en sus articulaciones, buscando minimizar su calor corporal de forma agresiva y jamás lográndolo del todo. Aquella mañana se sentía como un hombre nuevo, relajado a más no poder con una sonrisa brillante en el rostro y recién afeitado (pero jamás sin barba, solo se la rebajaba para que se viera presentable y decente), y todo se debía al hermoso fin de semana que pasó corriendo en el bosque a cuatro patas junto a su manada, aullando libre y sintiéndose indómito como cada vez que dejaba salir a su parte animal.

Lo había extrañado tanto, convertirse siempre era la medicina perfecta para todo mal. A veces, cuando hacía demasiado frio en invierno y la calefacción no era suficiente, Enzo solía cambiar a lobo y acurrucarse en su cama cual mascota junto a su dueño, el grueso pelaje zanahoria más la combinación de sabanas lograba resguardarlo del frio. Básicamente, ser lobo era su solución para todo.

Convertido en un hombre nuevo aquella mañana, sentía que podía atrapar a toda la población criminal en Rivershire y afrontar al mundo sin problemas. Era la mejor sensación para adentrarse en un nuevo lugar del suceso, caminando junto a Kali directo al tumulto de personas alrededor de la cinta perimetral.

—Te lo estoy diciendo, Kali. Estamos trabajando en nuestra relación —le comentó Enzo a su amiga. Ella arqueó una ceja con picardía y broma, pasando entre las personas curiosas que deseaban saber que ocurría detrás de la cinta perimetral y todo el despliegue de peritos e investigadores y la sangre desperdigada.

—¿Llamas relación a querer matarse el uno al otro?

—Si con relación te refieres a conversar como gente civilizada y no matarse el uno al otro mediante palabras y miradas...sí, relación —enfatizó con mucha seguridad, el sentimiento que más marcado estaba en él aquella mañana—. Intentamos ser amables y funcionó. Él sigue siendo cortante y quejica pero creo que es un avance.

—Llamarle cortante y quejica es dejar de ser amable —agregó Kali. Enzo sonrió.

—No es como que esté escuchando. No exageres, linda.

Kali no pudo evitar reírse, es que Enzo jamás cambiaba ¿Cuánto llevaba conociéndole? Años, y siempre había sido igual.

—Si tú dices que están mejorando, me parece primoroso —dijo ella —. No quiero a mi compañero en una bolsa para cadáveres solo porque mosqueó al forense. El muchacho sabe usar un bisturí.

El lobo que deseaba salvar a una mariposa herida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora