40. La dama de Shalott

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—¡Eres un idiota de los más grandes! ¡Un imbécil, eso es lo que eres!

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—¡Eres un idiota de los más grandes! ¡Un imbécil, eso es lo que eres!

Ver al capitán Christian Sutton con el entrecejo arrugado era normal ¿verlo furioso de verdad? Aquello si era difícil. Así que toda la estación temía de sus gritos que podían escucharse aun cuando las puertas de su despacho estuviesen cerradas y las personas corridas. Sus ojos parecían estar centellando entre la rabia y el estrés, y solo unos pocos estaban encerrados ahí dentro siendo testigos de su furia de primera mano, ahogados por la rabia de Sutton. Y no era para menos.

Enzo continuaba cegado por los flashes de las cámaras, con los oídos pitando por la cantidad de veces que escuchó su nombre; como un cachorro regañado sentado en el centro de la sala, con la cabeza gacha y si no fuese porque de hecho tenía a Rezza casi sentado sobre él, estaría tan nervioso y rabioso como hace solo momentos. No tenía muy claro lo que pasó cuando lo soltó y se dejó llevar por los oficiales, perseguido por la prensa y por un Sutton que solo parecía estar hirviendo más y más, lo último que supo fue ser sentado en ese lugar y él lo único que buscó fue el calor de Rezza.

Le costó reconocer lo que había pasado.

—Maldita sea, Enzo —gruñó el capitán —. ¿Cuántos casos tienes en juicio justo ahora? ¿Cuántos faltan por cerrar por el veredicto?

Enzo cabeceó, sacando la cuenta. Muchos.

—Quince —completó Sutton—. Quince casos resueltos que están en juicio actualmente esperando por el veredicto para declararlos cerrados. ¿Sabes lo que va a pasar con ellos como Sage levante cargos contra ti?

Abrió la boca, no dijo nada.

—Se van a caer todos. Asuntos internos va a investigar hasta el color de tus huevos y no van a permitir que ninguno de los casos abiertos a tu nombre se cierre hasta que consigan algo jugoso sobre ti y eso solo si tienes suerte, porque si quieren pueden incluso desacreditar tus casos ¡Y todos se caen! ¡Los de Asuntos Internos son unas putas sanguijuelas!

—No van a conseguir nada —dijo por fin.

—Y eso es solo si levanta cargos —agregó Rezza por lo bajo.

Sutton negó, riendo tan seco y ronco como podía por el descaro.

—¿Dudan que no lo vaya a hacer? Te quiere ver caer desde el segundo uno... ¡Y te recuerdo que el caso de sus hijos sigue abierto, Biecchi! ¡Y el caso de El Artista!

Apretó los labios, no tenía mucho para defenderse ¿Cómo lo hacía cuando había quedado grabado y fotografiado por televisión nacional? Toda Rivershire debía de estar viendo esa transmisión ¡Eran los Beckett hablando sobre Audrey! Joder, seguro que medio globo terráqueo debía de haberlo visto, era Audrey Beckett...Y él no había podido pensar.

¿Se arrepentía?

Solo de que lo hubiesen visto.

—Me va a ofrecer no levantar cargos si acepto su estúpida propuesta —entornó los ojos, harto, rodeando la cintura de Rezza con su brazo. En otras circunstancias no lo estaría tocando tanto, pero estaba herido, su novio estaba herido y necesitaba de él para calmarse. —. Es más que obvio. Lo hizo apropósito. Vino a por mí, buscando decir cosas para molestarme y como no lograba nada fue a dónde sabia debía ir.

El lobo que deseaba salvar a una mariposa herida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora