Capítulo 40

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Se aseguró de haber dejado a la Señora Choi de manera que no pudiera escapar, vaya que poco después creó un completo desastre. Disparó por todos lados casi destruyendo su propio hogar. Sus ventanas estaban completamente destruídas, lámparas, y sus propios muebles, y desde luego, la Señora Choi quedó demasiado aturdida con todo el ruido que provocó el menor.

Apenas salía de su sótano, cuando regresó hacia donde la mujer se encontraba. Se agachó, teniendo una vista perfecta y así ambos pudieran mirarse a los ojos. Hyungseo sonrió, sacando una usb de su bolso y guardándola pronto en uno de los bolsillos del pantalón de aquella.

—Necesito que se la entregue a su esposo, y dígale que viene por parte de Lee Yubin—hizo una pausa, tomando su pistola y metiendo presión en ella cuando la boquilla de esta tocó con la pierna izquierda de la Señora Choi—, ¿Entendido? Toda recompensa lleva su sacrificio, ¿Quiere que usted y su hijo sean libres? Bueno, confíen en mi palabra entonces.

Sin decir nada más, se levantó junto con un suspiro pesado al mismo tiempo que acomodaba varios cabellos que habían dado con su frente, hacia atrás. Volvió a disparar, en dirección a otra ventana, causando un pequeño brinco de susto en la Señora Choi.

Para cuando Hyungseo terminó de disfrutar el ambiente, llevó consigo mismo su arma favorita. Pues se trataba de una Beretta 92FS, un arma de marca italiana por supuesto. Sin preocupación alguna, salió del lugar, tomando su única motocicleta, ubicada dentro de su único garage. Todo realmente se había desenvuelto demasiado fácil, aunque también dejó en su sótano los rastros necesarios que la policía no tardaría en encontrar, porque claro que después de ver el desastre causado por él, la sangre que había hecho salir del rostro de la Señora Choi, inclusive las huellas dejadas de Sunwoo y Chanhee, ayudarían mucho para su pronta investigación.

Un camino de treinta minutos que tuvo que recorrer hasta llegar a la ciudad, después de ello, la casa de Sangyeon no se encontraría tan lejos. Realmente tenía que encontrar a Sunwoo antes de que otra cosa pasara, porque claro, estaba seguro que Chanhee ya había sido víctima de un primer acto de violencia de Yubin, y es que habían pasado tres días desde que el menor fue entregado. Hyungseo odiaba la idea por dentro, odió la traición que había cometido Sangyeon, aunque en parte si que ha dudado sobre él, el mismo compañero de Sunwoo, los mismos que han estado juntos y apoyándose desde que tienen memoria. Es tan irónico que, durante su camino en motocicleta soltó una sonrisa entre dientes.

"Jodete Kim, siempre tienes razón", pensó.

Escuchar la voz del menor, quejándose cada segundo posible que cree a la humanidad demasiada estúpida por confiar hasta en el ser más amoroso. Inclusive esos años primerizos de entrenamiento que vio en Sunwoo, aún era débil y aprendiendo día a día una técnica nueva de pelea, pero jamás hubo un solo día en el cual él expresara su odio hacia los humanos. Cómo podían ser tan inútiles por cualquier mínima cosa que hicieran, y aún más, por confiar en personas que los traten lindo en un inicio o por confiar en aquellos y aquellas personas que te invitaban un café en el primer día de haberse conocido. A fin de cuentas, siempre tuvo razón en ello, porque aún y haya miles de comentarios, jamás es bueno confiar en las personas, ni siquiera en nosotros mismos.

Estacionó su motocicleta desde que estuvo frente a la casa de su mayor, apresurándose por su siguiente movida. Al estar en la puerta de entrada, toco la puerta. Una, dos, tres, cuatro veces y así hasta perder la cuenta de cuantos golpes había dado hasta por fin escuchar cómo insertaban una llave en la puerta. Su semblante era serio, la situación ya era grave y no quería que empeorara.

—Moon. —habló Sangyeon una vez y abriera la puerta, fue la única palabra que pudo mencionar en ese momento, puesto que en cuestión de segundos ya tenía a un Hyungseo entrando de golpe en su casa con un semblante serio.

𝐄𝐆𝐎 [Sunnew] ©︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora