Las patrullas, ambulancias, y todas las camionetas blindadas de los agentes del Señor Choi se hicieron presente frente a la mansión de la familia Lee. En cuanto llegaron, todos bajaron de prisa al ver las rejas de la misma abiertas, sin ningún rastro de seguridad. Solamente así abiertas como si alguien los estuviera esperando con ansias. El Señor Choi estaba ahí, desde que encontraron a su esposa, se fue una carga de encima. Sin embargo ahora su objetivo más importante era su hijo, claro que todo lo demás lo resolvería después y a solas con su "amada" mujer.
Los policías entraron, cada uno yendo por direcciones diferentes. Se trataba de un lugar gigante el cual llevaría horas y horas de investigación. Revisar habitaciones, orillas, cajones, incluso por debajo de un simple colchón. Todo el asunto se hacía más grande, anteriormente su inspectora quería terminar con la familia Lee, no por venganza claro, sino por todo el mal que le traían al país y pueblo en sí. Ahora que tiene una demanda del Señor Choi queriendo encontrar a la principal dueña de todo esto, tendría el derecho total de investigar cada rama posible de la familia.
Juyeon apenas salía de su camioneta junto su jefe, ambos caminando en dirección a la mansión mientras veían a varios policías ya colocar la cinta amarilla por todo el alrededor del lugar. Dándose cuenta que no había nadie dentro de el.
—Los reporteros no tardarán en venir, saldremos en las noticias. —habló el chico, mirando de reojo a su jefe.
—Bien, ¿te has enterado de algo más, Lee? —negó al escuchar tal pregunta.
Recién entraban por las primeras puertas principales cuando un policía los detuvo, la inspectora de hecho. Los miro de reojo antes de proceder a hablar, había encontrado por fin la habitación con el charco de sangre y aquel libro de poesía tirado sobre el mismo. Llamó a la estación forense de prisa, porque si que era bastante sangre.
—Señor Choi, encontramos una habitación con rastros de sangre, no es seguro que sean de su hijo. He llamado a los forenses y no tardarán para sacar las pruebas de sangre, ¿tiene algún documento de su hijo que nos pueda ser de ayu-?
—¿Dónde está la habitación? —pregunto de golpe interrumpiendo la palabra de aquella, su desesperación pasaba el límite y se notaba con tan solo mirarlo a los ojos.
No quiso hacer del asunto más grave, ella sólo avanzó mientras comenzaba a escuchar los pasos del Señor Choi y su agente detrás de ella. Fueron pasos rápidos puesto que al instante ya habían dado con la habitación. Los ojos del padre de Chanhee se abrieron de golpe, no esperaba ver toda esa cantidad de sangre, su corazón ya latía desenfrenadamente, esperando ver sangre impregnada por las paredes o incluso pocas gotas en el suelo, y como contrario obtuvo un largo charco de sangre que incluso resaltaba por el color intenso de esa lámpara. Anteriormente y desde que Chanhee llegó a la mansión estaba de pie. Más ahora estaba en el suelo y por alguna razón aún brindaba luz.
El Señor Choi comenzó a sentir gran ansiedad, ver sangre no es problema, ha visto morir frente suyo a varias personas, pero ver o llegar a pensar que podría ser de su hijo le aterra hasta en lo más profundo de su corazón. No supo en que momento todo su ser se llenó de coraje, queriendo explotar, justo lo que Yubin quería.
—Llámala. —ordenó impaciente, Juyeon de prisa asintió.
Furioso, salió de la mansión mientras que su agente se quedaba ahí por unos segundos, viendo la cantidad de sangre y preguntándose el porqué de todo. Había tenido en mente que Sunwoo no aparecía si, pero tenía fé en que al menos Hyungseo pudiera hacer algo al respecto. Se trataba del antonegra de la familia, Juyeon se dejó llevar por él aun confundido por toda esa sangre derramada en el suelo.
—Puede venir a la mansión de los Choi cuando esté libre, ahí tenemos toda la información necesaria para la investigación. —mencionó Juyeon, haciendo una reverencia para poder retirarse después del lugar.
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𝐄𝐆𝐎 [Sunnew] ©︎
Fanfiction-Llegó tu momento de brillar, quiero que vayas por mi premio mayor, lo quiero a él. "Yubin envió una foto" Vaya vueltas que da la vida, lo que su jefa demandaba ésta vez era al delgado chico de melodiosa voz que estaba sentado en su sala. ¿Qué se de...