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Habían pasado ya tres meses desde que su mayor sueño se había hecho realidad, aún lo recordaba como si hubiera sido apenas hace unos días. Una semana después del concierto Monae comenzó a trabajar, era una enfermera grandiosa y había hecho amigos muy buenos, amaba su trabajo, la mayoría del tiempo trabajaba con bebés y niños, ya que era su especialidad: pediatría y neonatología, aunque atendiendo urgencias no le iba mal, debido a su manera de actuar siempre decidida, rápida y calmada, era una pieza muy importante dentro del hospital a pesar de ser relativamente nueva ahí. Tenía un horario bastante flexible, jornadas de 8 horas al día, empezaba muy temprano pero lo disfrutaba tanto que no le importaba levantarse a las 4:30 am cada día. Y todavía aprovechar las noches para estirar, practicar ballet y danzar un poco.

—Estoy tan agotada hoy —Se lanzó al sofá y miró a su hermana que se encontraba preparando la comida—. ¿Qué tal tu día Maya?

—Normal como siempre —Sonrió—. Tengo una noticia. Conseguí un empleo maravilloso, estaré en una revista muy importante de moda, seré asistente además y estaré en los backstages de las pasarelas, ¡Es por lo que vine aquí!

—Hey creí que venías a cuidar de tu hermanita —Fingió tristeza y rió—. Estoy muy contenta por ti, lo mereces y sé que lo harás grandioso, es tu área desde siempre.

—¿Cómo te fue a ti, muchos enfermos? —Se estremeció—. No logro comprender cómo soportas ver sangre, sesos y demás, por Dios.

—No recordaba trabajar en una carnicería, no veo sesos Maya, salvo vidas —Rió—. Cambiando de tema, me acompañarás a Holmes, ¿verdad? Planeé el viaje para este viernes, solo será el fin de semana.

—Ya conociste a Harry y aún estás obsesionada con él —Rodó los ojos—. Que psicópata.

—Quiero conocer la panadería y el lugar donde creció, sé que es un pueblo muy lindo, y no importa haberlo conocido, aún estoy loca por él —Suspiró—. Vamos acompáñame, será divertido.

—Lo haré, no te dejaría ir sola a un lugar desconocido.

—¡Gracias, Maya! —Dio un abrazo fugaz a su hermana y se levantó del sofá—. Me ducharé rápido antes de comer, sé que te molestan los gérmenes del hospital.

Rió y subió a su habitación para ducharse y ponerse algo cómodo.

(...)

El viernes llegó y apenas salió de trabajar corrió a casa, se duchó y terminó de preparar sus pequeña maleta.

—Maya vamos, es tarde, perderemos el tren.

—Estoy lista, preparé unos sándwiches para el camino, ni siquiera pensaste en comer —Rió y metió en su bolso la comida.

—Que bueno que tú piensas en todo —Dio un beso a su hermana—. Vamos, vamos. Hora de irnos, no quiero perder el tren.

Salieron con rumbo a la estación de trenes, llegaron justo a tiempo, en el transcurso aprovecharon a comer y durmieron un rato. Cuando llegaron a Holmes Chapel eran pasadas las 5 pm, tenían muy poco tiempo para recorrer algunos lugares así que intentaron darse prisa.

Habían dejado sus cosas en un pequeño hostal que encontraron de paso, y salieron a buscar primero la famosa panadería en la que Harry trabajó de joven.

—¡Es aquí! W. Mandeville. Entremos, dicen que el pan es delicioso, podemos comprar para la cena, y café.

—Si claro, finge que no quieres entrar solo para ver la fotografía gigante de Harry —Rodó los ojos entrando a la tienda.

La gente era muy amable, les dieron a probar pan y compraron varias piezas para los siguientes días. Maya le tomó una foto a Monae junto a la fotografía de Harry y ambas salieron para seguir recorriendo la ciudad. Después regresaron a donde pasarían la noche, hicieron café y se sentaron a ver la televisión.

—Hoy no podré hacer mi rutina de ejercicio después de todo el pan que he comido, y la verdad me siento muy cansada —Se dejó caer en el colchón—. Saldré a correr mañana temprano, ¿qué dices, vienes?

—Por supuesto que no, paso. Ya sabes que el ejercicio y yo no nos llevamos bien.

—Vamos Maya, será divertido, el clima aquí es delicioso, y hay tantas áreas verdes tan bonitas que observar, ni siquiera lo sentirás como ejercicio.

—Por Dios, que molesta eres, ya vine hasta acá por ti, al menos déjame dormir hasta tarde mañana —Pidió riendo—. Lo pensaré, pero no prometo nada.

—Hmm eso suena a no, pero te despertaré de todas maneras, tal vez te animas —Rió.

Ambas se desearon buenas noches y cayeron en un sueño profundo, la noche era fría pero el cansancio era tanto que no les importunó para nada.

La mañana siguiente era muy fresca, y el sol apenas empezaba a asomarse de entre las montañas. Monae se ató su cabello en una cola de caballo alta después de ponerse su ropa deportiva y calzarse sus tenis, se dirigió a la cama de su hermana para preguntarle por última vez si decidía acompañarla.

—Maya, ya me iré, ¿segura que no quieres acompañarme? —La movió ligeramente—. Hace un día increíble.

—100% segura, te espero aquí, no te preocupes.

Monae salió riendo de la habitación, sabía lo mucho que su hermana odiaba el ejercicio. Comenzó a correr sin rumbo asegurándose de no desviarse de la ruta que había trazado para evitar perderse. Respiraba aire fresco y se reía del viento que golpeaba su cara, se sentía plena y feliz, se colocó sus audífonos y apretó el aleatorio, se sintió aún más feliz al comenzar los primeros segundos de su canción favorita: Golden.

Después de un rato decidió regresar con su hermana, ya empezaba a darle hambre, quiso cambiar de canción y segundos después se encontraba en el suelo con un terrible dolor en el tobillo derecho, intentó levantarse pero fue inútil, no podía sostenerse.

—Por favor no intentes pararte, déjame ayudarte —Escuchó con dificultad que alguien le hablaba ya que la música aún sonaba—. ¿Estás bien?

Sintió dos fuertes manos sujetándola y se quitó sus audífonos, creyó reconocer la voz, pero seguro era solo una distorsión de su mente, hasta que miró hacia arriba, ¿Sería posible? ¿Estaba de suerte?

BROKEN DREAMS | H.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora