15

608 28 0
                                    


La tarde empezaba a caer, eran pasadas las 5 de la tarde y estaban muy a gusto platicando, sin embargo Harry no olvidaba el tema anterior y aprovechaba cualquier oportunidad para traerlo a colación. En cualquier momento sentía que cedería.

—Monae, quiero ver, por favor —Hizo un puchero tan tierno que Monae tuvo que desviar la mirada para evitar besarlo. Harry se acercó más a ella, tomó su rostro y la vio directo a los ojos—. Sé que tienes unas aptitudes increíbles, se nota al ver solo la gracia con la que te mueves, vamos, muéstrame.

Monae rodó los ojos y dejó salir un leve bufido, en realidad ella podría considerarse una persona que no sabía muy bien decir la palabra NO.

—Bien, vamos, los tengo en mi habitación.

Estaba claro que ella no pudo resistirse a esos preciosos ojos esmeralda, y sin pensarlo más, aceptó. Ambos se dirigieron a la habitación.

—Mierda —Susurró y paró en seco al llegar a la puerta de su habitación, Harry chocó ligeramente con su espalda. Había olvidado por completo su colección, de él ¡Harry Styles! Quería que la tierra la tragara.

—¿Ocurre algo?

—¿Eh? Eh, n-no. Todo bien, ¿quieres esperar aquí?

—¿No lo veremos en tu habitación? Me di cuenta que en la sala no hay reproductor —Preguntó confundido.

—Rayos, no hay —Murmuró para ella misma—. Bien, sí —Suspiró y abrió la puerta—. Pasa.

—Que bonito lugar, es muy limpio y pintoresco —Sonrió y justo como hizo con el resto del departamento, caminó por el lugar—. Me gusta tu colección, me haces sentir especial. Y tus medallas, vaya, parece que eres mejor de lo que creí, primer lugar, doble oro, oro, primer lugar... —Iba leyendo cada una de las medallas y trofeos que se encontraban en la repisa y observando las fotografías. Harry soltó una sonrisa al ver una en específico—. Te ves linda en tutú.

—Gracias, Harry —Se sonrojó y sacó los videos de sus recitales, volteó hacia Harry y le tendió los DVDs—. Elige el que quieras.

Harry los vio con detenimiento y eligió el que más llamó su atención, ella se encontraba en la portada con una deslumbrante sonrisa.

—Buena elección —Sonrió con nostalgia al recordar tan maravilloso día y empezó a reproducir.

Habían elegido El Cascanueces, pero no era el clásico cuento, fue el último recital en el que Monae participó antes de dejar el estudio de danza. Ese año la directora había decidido rediseñar un clásico de la danza, convirtiéndolo en una danza moderna en el que no solo se bailaba Ballet, sino también Jazz, Hip hop y Contemporáneo. Monae había obtenido el protagónico, y sin duda disfrutó mucho de esa última vez que pisó un escenario.

—Eres impresionante, en serio me dejaste sin palabras. Supuse que eras muy buena bailando, pero en realidad eres excelente. Deberías seguir tu sueño, aún estás a tiempo sabes, eres muy joven.

—No lo sé, ya no tomo clases, ni tengo algún título o algo, solo unas cuantas certificaciones pero no creo que sea suficiente, además, tengo un trabajo ahora, soy enfermera y debo seguir enfocada en eso.

—Entiendo, tu trabajo. Pero deberías pensarlo, tal vez puedas ser ambas.

—Demasiado agotador, seguro —Rió—. Lo pensaré, tal vez pueda buscar un estudio cerca o algo así.

—Perfecto, te apoyaré en cualquier cosa, tú sólo llama —Sonrió y con su pulgar acarició su mejilla—. Creo que debería irme, se esta haciendo tarde.

—Gracias por todo, Harry. Y entiendo, te acompaño.

Se dirigieron a la sala nuevamente, en silencio y con pasos lentos, habían pasado un día magnífico, pero era inevitable el fin. Al llegar a la puerta Harry viró hacia Monae, quedando frente a frente.

—Me divertí mucho hoy, gracias por aceptar venir conmigo, y por invitarme a pasar a tu hogar, lo aprecio mucho.

—Fue un día estupendo, Harry. Gracias a ti por invitarme.

Ambos sonrieron y se miraron a los ojos por lo que parecieron horas. Monae se escandalizó al observar a Harry humedecer sus labios y mirar los de ella, sus rostros se acercaban lentamente, sus labios apenas se rozaban, sus respiraciones se cruzaban, pero el sonido de la cerradura los hizo respingar y alejarse enseguida. Se miraron apenados y Monae ligeramente sonrojada le sonrió. La puerta se abrió.

—Mon, estoy en casa.

Maya alzó la mirada y los vio parados a ambos, se asombró por un instante, pero sonrió y los saludó. Charlaron por unos minutos y Harry tuvo que irse.

—Bien, ahora sí ¡Tienes que contarme todo! No creí encontrar a Harry aquí, por Dios, espero que no haya visto tu altar, qué embarazoso.

—Lo vio, pero le pareció lindo, dijo que tiene uno igual, aunque seguro mejor, con todos esos premios que ganaron.

—No me importa eso ahora, vamos, cuéntame.

Monae rodó los ojos a su hermana y rió, a veces podía ser insoportable, pero la amaba así. Le contó todo con detalle, la caballerosidad de Harry, sus malos chistes, lo encantador de su risa, lo alentador que es y lo mucho que había disfrutado de su compañía, Maya estuvo en silencio solo asintiendo de repente, muy atenta. Monae no omitió ningún detalle de su cita, excepto lo de su casi beso, eso lo guardaría solo para ella, no sabía por qué, pero no quiso compartirlo.

Esa noche durmió plácidamente con los verdes ojos de Harry en su mente, el exquisito olor de su colonia y la ligera sensación de su fresco aliento chocando con el suyo. Estuvo a punto de presionar sus labios con los de él, Harry Styles iba a besarla, no podía estar más feliz, adoraba al artista, pero sin duda, sentía mucha más admiración por el Harry humano que estaba conociendo.

BROKEN DREAMS | H.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora