I love you 3000, kid. [Mini-historias Irondad y Spiderson]

Guardián II

Antes que nada perdón por tardar tanto en subir la continuación del capitulo anterior, pero he estado ocupada con las practicas y el colegio, pero ya he acabado. Os sugiero que si queréis leáis de nuevo la primera parte de Guardián porque he cambiado algunas cosas, cabe decir que son pequeñas modificaciones que no cambian la historia, por lo que no es perderéis nada tampoco. Sin mas dilación, aquí tenéis la continuación. 

Espero que os guste.

El sol ya brillaba en el cielo de Nueva York y aunque sonara poético, los pájaros cantaban al nuevo alba que aparecía entre lo inhóspito del horizonte. 

Tony abrió los ojos cuando la alarma de su despertador dio comienzo al nuevo día y rodó sobre su cama para ver a su preciosa prometida a su lado, profundamente dormida y luciendo tan bonita como siempre, sin poder resistir-lo beso su mejilla dulcemente, acabando por maravillar-se cuando ella abrió los ojos.

_ Buenos días. _la comisura de sus labios le tentó a besarla de nuevo cuando esta le sonrió nada más despertar._ 

_ Buenos días preciosa. _murmuró siendo coqueto._

_ Te levantaste de buen humor. _formulo sin dar lugar a considerar-lo una pregunta, pues sabia a que se debía, esa sonrisa tan única y esa mirada tan suave y tierna que había comenzado a ver en el rostro de su prometido._

O más a quien...   

_ Iré a hacer el desayuno. _dijo levantando-se de la cama._ Ve a despertar-lo, sé que estas deseando ir a verle.

_ Me conoces tan bien... _puntualizo antes de también levantar-se y besar-la una ultima vez antes de salir de la habitación y dirigir-se a la que estaba frente a la suya._

Abrió la puerta con cautela, evitando despertar al niño que dormía, echo una bolita y acurrucado en sus sabanas de Iron Man. No pudo evitar permanecer en el marco de la puerta, observando con la devoción y el cariño escrito en todo su rostro, dedicados con el mas puro amor al pequeño que le había robado el corazón. Y mientras lo miraba pudo ver su rostro relajado, tranquilo y sin ninguna preocupación que le hizo querer mantener-lo siempre así, seguro e inocente para que viviera su infancia feliz y sin que nada más pudiera lastimar-lo. Con aquel pensamiento se acerco a él y acarició sus desordenados y alocados rizos castaños que amaba tanto y se prometio allí mismo, viendo-lo joven y frágil que se veía su hijo, que jamás volvería a sufrir, que lo protegería hasta su ultimo aliento y aun así, seguiría cuidando de él incluso cuando su nombre fuera tan solo un recuerdo.

Siempre cuidaria de este niño.

Su niño.

Sonrió y se acomodo a su lado, pasando sus brazos por su pequeña cintura y acercando-lo a él para poder abrazar-lo y beso su frente con ternura, para luego susurrar-le al oido cuando lo quería, más de 3.000 toneladas de amor.

Si antes Peter no pudo tener el amor que merecía, ahora le iba a sobrar a montones.

_ Buenos días bebé. _dijo cepillando su cabello para despertar-lo de su profundo sueño._

El niño al reconocer aquellas manos se movió e inmediatamente se acerco más hacia aquel cariñoso toque, sonriendo inconscientemente en su letárgico despertar.

_ Mmmh... Buenos días papá... _murmuro el niño medio adormilado, acurrucando-se en los brazos que tan seguro le hacían sentir._

Habían pasado 90 días desde que lo adopto y cada maldito día junto a él había sido increíble, y pese a los días transcurridos todavía no había dejado de sentir aquella maravillosa sensación que aparecía siempre que el niño lo llamaba así, pero tampoco es que quería que lo hiciera nunca.