El lazo que nos une.

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Es curioso como el destino puede jugarte una mala pasada, después de darte todo por lo que tu mundo cambio, este con alevosía te arrebata aquello por lo que crees conocer el amor. Tony Stark no era una persona que creía en el destino, pero cuando conoció aquel niño, supo que algo los había unido. Y aquel vinculo fue eterno hasta el punto de que el hombre conocido con el corazón de hierro, desafío las leyes de lo nunca conocido, rompió el universo, con tal de reencontrarse con él.

Esta es esa historia, la historia de una padre que anhela tener a su hijo entre sus brazos.

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No pensó que lo encontraría en otro universo, pero él era capaz de hacer imposible con tal de tenerlo de vuelta.

O eso creía, hubo algo que lo detuvo y fue la propia felicidad del niño por lo que renunció a la suya.

[...]

Todo comenzó una mañana cuando el adolescente se despertó en la cama de su habitación en la torre Stark, todavía le parecía increíble que tuviera una habitación propia en la residencia de su ídolo, pero con el transcurso del tiempo aquel niño cegado por la adoración al héroe se fue poco a poco quedando como un recuerdo en su memoria para dejar paso al niño que miraba al hombre con algo más que idolatría, era amor. Un amor que iba mucho más allá de la sangre y que lo unía al hombre de tal manera que a sus ojos, él era aquella figura faltante en su vida.

Su figura paterna.

Sonrió, al pensar en todo lo que habían vivido juntos desde aquel primer encuentro, a través de una mascara de juguete cuando deslumbró al hombre de hierro, que aunque por aquel entonces Tony no lo sabia, pero sus vida ya se habían cruzado. Y desde entonces, habían luchado juntos en innumerables batallas, habían compartido momentos inolvidables en el laboratorio construyendo todo tipo de cosas, habían reído sin parar y se habían acurrucado infinitas noches delante del televisor para ver una película. Se habían acercado hasta el punto de que el millonario olvidara completamente su faceta menos afectuosa frente al niño que ahora cada vez que podía abrazaba y besaba su frente o sus rizos, mostrándole todo el cariño que tenia por él a través de sus gestos y Peter no era menos, cada vez que podía con sus palabras y acciones le recordaba que Tony Stark si tenía corazón.

El más grande el mundo.

Y él era una de las razones por las que latía.

_ Buenos días dormilón. _entro un sonriente millonario a la habitación de su hijo, luciendo completamente diferente a su yo que reservaba únicamente para el público y las cámaras, ya no sea solo por la vestimenta, pues lejos de vestir un elegante traje, el genio se encontraba vestido con una simple camiseta manchada de grasa que seguramente fue consecuencia de algo que estaba trabajando en su taller, y unos pantalones amplios como pijama, sino también porque mostraba ese semblante relajado y feliz que adquiría cuando estaba con las pocas, pero afortunadas, personas que realmente le conocían._

Era su yo más autentico y real, y para Peter aunque quisiera a Tony en todas sus facetas, esta era su preferida, porque él era una de esas pocas personas que podía verla.

_ Vamos Underoos, es hora de levantarse. _dijo buscando levantar a su hijo, acompañando sus palabras con cosquillas que provocaron el mejor sonido para el millonario._

La risa de su hijo.

_ Esta bien, d-detente. _hablo entrecortadamente el menor, ahogado por las risas._ Ya me levanto Tony. _dijo con unas ultimas risitas._

_ Así me gusta. _se acerco cuando el adolescente se levanto, poniendo una mano sobre su cabeza para atraerlo de manera gentil hacia si, para después presionar un ligero pero afectuoso beso en su línea de cabello._ Buenos días niño.

I love you 3000, kid. [Mini-historias Irondad y Spiderson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora