Capítulo 41.

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-¿Amigos?

A la mañana siguiente, martes, amanece nublado, pero con calor. Cuando el despertador de Cris suena, la chica lo apaga de muy malas maneras.

Se levanta, con la cabeza a punto de explotarle. Se gira y dirige su vista hacia la almohada. En ella derramó, la noche pasada, todas las lágrimas que sus ojos se pudieron permitir. Muchísimas lágrimas. De hecho, aún no se cree lo que Rubius le ha hecho. Resulta tan estúpido... ¿Cuál es la razón por la que lo ha hecho? Desde luego, el alcohol no es justificación. La única justificación que se le ocurre es que es un cabrón.

Nota los ojos vidriosos. Parpadea rápidamente, evitando la salida de nuevas lágrimas. Ayer a la noche, por las tres de la madrugada, mientras estaba desvelada dándole vueltas al asunto y llorando a más no poder, se prometió que no derramaría más lágrimas.

-Crih, no sé que decir... -le dijo Mangel la noche anterior, mientras se dirigían todos hacia su calle. La acompañaron todos, sí, comentando lo ocurrido- Que sepah que ehtoy mu' avergonzao'. Pero Rubiuh eh así, no ehtá acostumbrao' a tener relacioneh seriah con mujereh y...

Esas palabras resuenan en su cabeza. ¡A ella le da igual que sea así! ¡Para nada es eso una excusa! ¡La traicionó, punto!

Consigue vestirse y desayunar, a duras penas. Sus padres no sospechan nada, bien. Es una gran actriz, confirmado queda. Mientras se está tomando un Cola Cao, Elisabeth aparece.

Esa noche ha dormido junto con su hermano. Sus padres la han dejado, puesto que Elisabeth, Nieves e Ignacio siempre se han llevado bien.

-¿Qué tal has dormido, guapa? –le pregunta, sentándose a su lado en la mesa. La madre de Cris, la cual estaba preparando la comida, acaba de subir a las habitaciones, así que pueden charlar tranquilamente.

-Fatal. Para qué mentir –le contesta Cris, removiendo sin ganas el Cola Cao.

-Ya. Jo, debe de ser duro –Elisabeth suspira, pasándose las manos por su colorido pelo- Yo, te repito, que no tuve nada que ver. Es que se abalanzó sobre mí y luego me agarró de la cintura y...

-Eli –Cris corta a Elisabeth- No pasa nada, de verdad. Lo vi todo. Fue culpa de él. Lo entiendo, tranquila.

-Menos mal, Cris... Lo último que quiero es que me odies... ¿Me caes bien, sabes?

Cris sonríe ante esa afirmación. Le encanta la peculiar forma de ser de la novia de su hermano. Es muy alegre, pero a la vez es capaz de ponerse tan seria como un adulto. Esa bipolaridad le resulta agradable.

Termina de desayunar y se despide de Eli y de su madre, la cual baja segundos antes de que se vaya.

Con la mochila haciéndose notar en sus hombros, Cris camina hacia el paso de cebra. El punto de reunión de sus amigas, el punto de quedada.

Cuando llega, comprueba que Sof ya está allí. Un momento... ¡También Sandra se encuentra a su lado!

Cris corre hacia Sandra y la abraza fuertemente. Sof se une al abrazo y permanecen así un rato.

-Sandra, ¿qué tal? ¿Mejor? –le pregunta Cris cuando se separan.

-Sí. Aún me encuentro un poco mal, pero no pasa nada. Puedo venir a clase.

Así se lo confirmó el doctor en la consulta del médico ayer. Lo que Sandra tenía era un simple dolor de cabeza debido a mucho estrés. El dolor de tripa y los vómitos también se debían a eso. El médico le aconsejó volver a clase para retomar una rutina y así, tal vez, relajarse, ya que si se quedaba en casa podría estresarse al sentirse sola o algo así.

La gamer del Starbucks (Fanfic Rubius) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora