Epílogo.

3.7K 314 135
                                    



¿Sabes cuando acabas tu película favorita y sientes que tu vida ya no tiene sentido? ¿O cuando finalizas de ver esa serie que tanto te ha hecho sentir? Esa sensación de vacío que sientes. Siempre quieres saber más sobre los protagonistas, incluso sobre los secundarios. Te quedas con ganas de más, porque así somos las personas; insaciables, jamás cansadas de alimentar nuestra codicia.

Pero allá por el siglo... Bueno, allá por un siglo lejano, a algún sabio escritor se le ocurrió ofrecernos la oportunidad de saciar nuestra sed. Se le vino a la cabeza una maravillosa idea: ¡crear un epílogo!

Un epílogo no es el capítulo final de la historia. Ni siquiera me atrevería a decir que es un final del todo. Es algo así como el sinónimo de los puntos suspensivos. El sinónimo de ese (molesto) "continuará". Lo cierto es que ninguna historia tiene su final. Muchas veces, al acabar algo, nuestra cabecita comienza a idear cómo habría sido todo si esa historia hubiera continuado. Y esas mismas ideas hacen que la historia continúe en la imaginación de cada uno.

Hay que saber ver, no el final, sino el límite de las cosas. No solo de las cosas, sino de nosotros mismos. Nuestro propio límite. Ya luego decidirás si estás dispuesto a adentrarte más allá de ese límite; he de mencionar que somos unos insaciables de lo desconocido, de lo prohibido.

Nos encanta el riesgo, en menor o mayor cantidad. "Hijo, no toques ese jarrón". ¿Adivinais cuál va a ser el próximo paso del hijo? Tocar el jarrón, con los ojos bien brillantes, con la mente frotándose las manos en plan perverso.

Volviendo al no-final de las historias, al epílogo... Sí, considero que muchas veces es necesario un pequeño no-final, solo para calmar al lector y decirle: "Eh, mira. Tu personaje se encuentra bien, su historia "acaba" aquí. No te preocupes, sigue con tu vida".

Aún así, muchas veces solemos ser unos ilusos... Nos solemos emperrar en poner puntos suspensivos a historias que merecen un buen punto final.

Volvamos con la historia. Pasado un tiempo, Cris comenzó a ganar un poco más de fama por unos cuantos barrios de Madrid (tal vez, el hecho de ser "la novia de elrubius" influía, quisiera ella o no). A pesar de que varios productores y patrocinadores se habían fijado en ella, ninguno se atrevía a dar el paso y contratarla. El mundo de la música es todo un desfase.

Un día, allá por verano, Cris pasó al lado de un local que se encontraba en venta y su cabecita se iluminó.

Así que, ahora, actualmente, Iris se encuentra cobrándole la entrada a un nuevo cliente.

-¿Van ustedes a asistir a la charla de elrubius a las seis de la tarde? Aún quedan entradas, de muy buenos sitios, por cierto. –Desde su mostrador, la ex compañera de clase de Cris se encuentra tecleando varias cosas en su ordenador.

A pesar de que Cris dejó la carrera de Magisterio, eso no impidió que ambas chicas siguieran manteniendo el contacto. Y más ahora, que Iris se ofreció a ayudarles con el negocio que tan bien les está yendo.

El niño, de unos siete años, mira suplicante a su madre. La mujer aún no sabe cómo se ha dejado convencer para ir allí, pero al ver la mirada de su hijo, nota que se le reblandece el corazón. Asiente a la dependienta, le indica qué sitios quiere e Iris les informa:

-De acuerdo, entonces os pongo un pase normal con acceso a la cafetería, un pase VIP a la zona de videojuegos y dos entradas con asientos en tercera fila para la conferencia del youtuber. -Madre e hijo asienten, él más emocionado que ella.

Iris les indica el precio a pagar y, tras cobrarles, los dos reciben su entrada. Se alejan del mostrador, internándose en el local.

-¡Siguiente! –grita la chica, observando la larga fila que se extiende delante suyo. Al final sí que van a tener que contratar a otra persona para el mostrador. ¡A ella no le da la vida!

La gamer del Starbucks (Fanfic Rubius) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora