Capítulo 74.

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-El tiempo lo cura todo: vuelta a la rutina y mensajes inesperados

No es que el tiempo lo cure todo. Simplemente, influye en el cierre de la herida en cuestión. Somos nosotros quienes nos curamos, quienes superamos los contratiempos que nos van ocurriendo. Y, muchas veces, "superar" no es la palabra adecuada; sencillamente, aprendemos a convivir con el dolor.

La vida sigue. Las Navidades pasan, llega enero. Llega un nuevo año. Una nueva oportunidad de rehacerlo todo.

Un nuevo libro en blanco con 365 páginas en las que escribir.

Pasado el día de Reyes, Cris vuelve a la Universidad. Magisterio no es una carrera excesivamente difícil, pero se está esforzando muchísimo. La vuelta a la rutina.

Es un nuevo día en el frío mes de enero, viernes. Pasadas las tres de la tarde, Cris mete las llaves en la cerradura de su casa.

-¡Rubén! ¡Ya estoy en casa, hola!

El chico aparece por el pasillo, acompañado de un fuerte olor a guiso de carne. El conjunto de cocinero que luce es todo un espectáculo. Con la más radiante de las sonrisas, se acerca a Cris y la besa en los labios.

-Hey –le dice.

A continuación, desaparece en el pasillo rumbo a la cocina. La chica va a la habitación que comparte con su chico y deja la cartera con los libros sobre ella. Se le ha acumulado bastante trabajo, pero lo hará más tarde.

-¿Qué hay para comer? –grita, yendo hacia la cocina.

-¡Buenas noticias, Cris! –exclama él, ajeno a lo que acaba de decir Cris.

-¿Vamos a comer buenas noticias?

-¿Cómo? –Rubius observa como Cris entra en la cocina, olfateando el aire-. No, no. Que tengo buenas noticias.

-Dispara.

-Te he conseguido trabajo.

Cris abre la boca, impactada.

-¿En serio? ¿Cómo lo has hecho? ¿Y de qué?

-Relaja, relaja. Pues verás... -El chico ajusta la temperatura de la vitro cerámica y se gira hacia Cris-. Ayer, cuando salí con los chicos, pasamos por un Game. Y, bueno...

-¿Dependienta? Me parece perfec...

-¡Aún no he terminado! –exclama él-. La cosa es que el dueño de la tienda y yo somos amigos desde hace bastante. Le pregunté a ver si tenía algún trabajo por ahí disponible y me dijo que sí.

-¿Pero trabajo de qué?

-Pues están planeando abrir una sala de juegos. La tienda es enorme, y tienen una especie de cuarto trasero. Lo han transformado en una sala de juegos, con todas las consolas. Tu trabajo sería de... vigilante.

-¿Vigilante? ¡Pero...!

-¡Déjame terminar, mujer! Solo te tendrías que encargar de estar allí vigilando que los chavales no hagan ninguna trastada... Así vas practicando para cuando seas profesora, ¿no?

-No sé yo...

-Mira, vamos hoy al Game y hablamos con mi amigo. Si ves que te gusta, pues lo aceptas. Y si no, pues a buscar.

-Vale. Muchas gracias, de verdad. Ojalá me guste. –Y sonríe, sentándose en una silla.

El chico asiente conforme. Sirve el guiso en dos platos distintos. Es un plato que le hacía su madre cuando iba a visitarla a Noruega. Debería de ir algún día de estos...

La gamer del Starbucks (Fanfic Rubius) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora